Hace meses que vengo aprendiendo a reprimirme cosas. A veces siento que es tanto lo que tengo para dar, o decir, que cuando no puedo hacerlo siento que el corazón me va a explotar... y creo que le pasa a cualquiera, pero es re feo tener ganas de decir algo que te está pasando, muchas ganas, y no encontrar las agallas suficientes para poder hacerlo.
Me pasó anoche. Cuando te vi por primera vez sonreí, porque te había extrañado mucho, y estaba feliz de poder abrazarte de nuevo. Pero a la vez tenía una mezcla de vergüenza y timidez con un miedo enorme, porque sabía que no te olvidarías, sabía que en cualquier momento me lo recordarías y me preguntarías "¿Qué es eso que tenías que decirme?".
Mientras caminábamos y mientras cenábamos yo casi no podía pensar en otra cosa. Miraba para todos lados y apenas sí podía concentrarme en prestar atención a lo que vos me contabas, yo siquiera podía hablar demasiado para sacar otro tema.
Y después... dicho y hecho. Por ahí lo que tenía que contarte no sería nada nuevo para vos (o por ahí sí, algo nuevo habría...), pero apenas me preguntaste me guardé en tu cuello para esconderme la vergüenza y el miedo, el miedo ante la posibilidad de saber cómo reaccionarías ante aquella confesión y a cómo me sentiría yo ante tu reacción.
A la vuelta, insististe una vez más, y yo ya me horrorizaba ante el hecho de seguir sin animarme a decir algo relacionado con el tema. Te acariciaba cuanto podía y suspiraba a cada rato porque sabía que después, al llegar a casa, volvería a extrañarte, tendría ganas de darte otro abrazo... pero más que nada sabía que me sentiría pésima por haber quedado en la nada de nuevo porque de verdad quería contarte lo que me pasaba, no quería escondértelo. La bronca conmigo misma hizo que me quedara callada y que me agarrara de la garganta... me dolía todo lo que me estaba tragando, tragaba saliva con el pensamiento de que de verdad estaba tragándome lo que quería decir, ¡no me animaba a sacarlo...! Y me hacía doler, en serio.
Apenas entré a casa y cerré la puerta, apoyé mi cabeza ahí, en medio de oscuridad, y por unos segundos me quedé temblando con dos o tres lágrimas saliéndoseme, y suspirando, sacando todo eso que antes me asfixiaba.
"Si tan solo..." -pienso ahora. Sos mi Talón de Aquiles, y si tan solo me hubieras insistido un poco más, estoy segura de que me hubieras convencido sin demasiado esfuerzo; o si tan solo yo hubiera encontrado el momento correcto para poder contártelo... por ahí las cosas ahora tendrían un sabor distinto.
No me animo a escribirlo acá, por lo menos. Por primera vez en mucho tiempo quisiera tener el coraje para contarte lo que me pasa mirándote a los ojos, bordó de la vergüenza, con el pecho temblándome de miedo, pero mirándote...
Porque anoche, cuando miré el reloj en el celular y vi que eran las 00:03, ni siquiera me animé a decirte que ya era Primero de Febrero, y sólo vos sabés lo que eso realmente significa... "¿Qué es eso que tenías que decirme?".
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