Siempre muero de vergüenza cada vez que te pregunto si podés o querés que salgamos a algún lado. Casi siempre, antes de atreverme a preguntarte, tengo la idea -una idea muy acertada la mayoría de las veces- de tener que aceptar un "no" como respuesta, en vez de un sí. Al pensar en que quiero hablarte o que quiero preguntarte si tenés ganas de verme, me agarra un miedo que a cualquier otra persona hubiera convencido de simplemente no preguntar nada, pero que casi nunca termina teniendo efecto en mí. Entonces, cada vez que te extraño, Vos, mi más grande debilidad, resultás ser más fuerte que mi propia fortaleza, más fuerte que todo el miedo que tengo... y siempre termino sacándote el mismo tema: ¿cuándo podremos vernos?
Después de algún tiempo de proposiciones, las respuestas siempre fueron algo generalizadas y predecibles: "No sé, te aviso".
A veces fueron noches enteras las que no pude dormir pensando en la confirmación de tu respuesta. Reconozco que hasta lloraba rendida bajo las sábanas pensando en que era muy posible que mañana sería otro día sin poder aunque sea darte una pequeña caricia. Sentía bronca conmigo misma, me arrepentía una y otra vez convenciéndome de que no debí preguntarte eso porque pensaba en que por ahí te molesté o te presioné, y que por eso decidiste evadir la respuesta... el fondo de mi corazón sabía bien en qué acabaría todo: "No, al final hoy no puedo."
Hubieron veces en las que vos eras el que me invitaba o sacaba el tema de vernos. Pero al pasar el tiempo, las veces que yo lo hacía tus respuestas fueron tan parecidas a las anteriores, que a pesar de que todavía habían momentos en los que seguía animándome a preguntarte si querías que nos viéramos, ya presentía lo que me contestarías, y como casi siempre le daba al blanco poco a poco fui animándome cada vez menos a proponértelo...: "No, al final hoy no puedo". Es como que tuve que ir aprendiendo a acostumbrarme a los "no" y a las cancelaciones...
A pesar de eso, hoy flaqueé mucho.
Cuando me dijiste que hoy tampoco podríamos vernos, sentí una angustia grande, como si esta vez no me esperase esa cancelación. Por ahí es por el hecho de saber que vas a estar lejos todo este fin de semana; tal vez sea porque sé que mañana es 14 de Febrero (y sabés que no nombro esta fecha porque es "San Valentín"...) y porque ni siquiera voy a poder verte antes de que te vayas de viaje.
Algunas amigas y familiares me dicen "El que realmente quiere, puede"; "no sigas tomando como prioridad a quien te tiene como opción". Yo qué sé, a veces me pongo tan triste de que finalmente no podamos estar los dos juntos, que realmente pienso que no querés verme. Pero después me termino dando cuenta de que ellos, todos los que me dicen este tipo de cosas, no están en nuestros zapatos, nunca lo estuvieron. Nunca van a sentir en su piel lo que sentimos nosotros; vuelvo a recuperar mi objetividad y trato de reconfortarme al saber que no tenés por qué poder/querer verme siempre, que realmente estás ocupado porque tenés tus cosas, tu vida. Mucho más ahora... y yo no soy nadie para robarte tiempo que no querés o no podés darme. Ni siquiera hubiera tenido ese derecho siendo tu novia.
Yo realmente no sé del todo si mi presencia en tu vida sea tan necesaria como lo había sido siempre. Nunca me animo a hablarte de este tipo de cosas porque sé que si lo hiciera me sentiría como si estuviese reprochándote cosas, y yo no me creo tan Quién para hacerlo en estas circunstancias...
A pesar de todo esto, quiero que sepas que yo todo el tiempo voy a tener mucho para darte, y cada vez que pueda y me permitas hacerlo... aunque te vea tan poquito, quieriéndote ver tanto.
(Hoy te ví de lejos, desde la vereda del frente. Fue de casualidad, un segundo, y el corazón empezó a latirme rápido y fuerte al saber que no podría correr a abrazarte. Eso fue lo más cerquita que pudimos estar hoy, y seguramente lo más cerca que vamos a estar hasta que vuelvas de tus vacaciones...)
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