Hace días que vengo pensando en que hoy sería 10 de Febrero.
Estaba muy contenta de poder verte de nuevo ese día. A pesar de que las rosas que conseguí no fueron totalmente blancas, como tus preferidas, con lo que me alcanzó pude llegar a comprarte seis pequeñas rosas de otro color, y las hice envolver en un humilde ramito para poder dártelo como regalo en tu cumpleaños.
Tu hijo, ese por el que todavía muero de amor, me acompañó. Me pasó a buscar en la parada del colectivo y esperó pacientemente conmigo mientras envolvían tus rosas. Él siempre se da cuenta de cómo me siento, por más que yo trate de disimularlo, y yo ese día me sentía tan nerviosa, tan ansiosa de poder verte otra vez, que Él me abrazaba y agarraba fuerte mi mano en un gesto de apoyo, para tratar de calmarme...
"Feliz cumpleaños" -te dije mientras tímidamente te entregué el ramito. Recuerdo que sonreíste, la sonrisa te había llegado a los ojos... me abrazaste fuerte, y pusiste las rositas en un jarrón, sobre la mesita de tu cuarto. Después de poco los nervios se habían ido, y me sentía feliz de poder estar con vos de nuevo.
Eso fue hace exactamente un año, y lo recuerdo con ojos algo anegados, emocionada, nostálgica, extrañándote como siempre...
Sé que hoy ya no voy a poder ir a verte, ni abrazarte ni darte alguna rosa o algo, pero al menos me animé a saludarte aunque sea mediante un mensajito de texto... y no importa si no contestaste, simplemente espero que sepas, desde el fondo de tu corazón, que te tengo presente todo el tiempo, mucho más en este momento... deseándote siempre lo mejor, deseando que siempre estés bien.
Desde la distancia te mando el abrazo más cálido que me salga, ojalá en algún momento puedas sentirlo...
Te quiero. Feliz cumpleaños.
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