"Todo se basa en los días, en los años, en el tiempo. Se necesita de tiempo para volver a ser feliz, por ejemplo. No se puede no sentir tristeza de un día para el otro.
Yo no lo sabía, él tampoco... y sin embargo estábamos hechos para vivir POR y PARA el OTRO. Tal vez nunca habrá pasado por su cabeza, pero mientras yo trataba de dar mis primeros pasos él ya estaba seguramente soplando su primera, segunda velita de cumpleaños; Mientras yo aprendía mis primeras palabras, él ya lo estaba convirtiendo en uno de sus hobbies preferidos (je).
Es una suerte que nunca se pueda predecir nada -al menos no con exacta precisión-, las sorpresas se perderían...
Hacía miles de días que los dos existíamos al mismo tiempo. Vivíamos en un contexto parecido y en la misma ciudad... andá a saber si alguna vez nos habremos cruzado sin darnos cuenta o incluso nos habremos mirado a la cara, a los ojos... sin siquiera imaginar quién era el otro.
Yo en ese entonces era una una ingenua -Al menos más que ahora- y una ignorante de lo que me pasaba. Como dije antes, eso en parte es una suerte: La vida tenía una sorpresa guardada para mí, algo que daría vuelta TODO... y era obvio que quería tomarme desprevenida.
Era una ignorante de las experiencias, de las equivocaciones. Nunca tuve en cuenta el dicho "Las cosas siempre pasan por alguna razón"... siempre creí que podía hacer todo a mi modo.
Así, La vida misma decidió comenzar a sorprenderme y a enseñarme a caminar del modo más crudo que pueda existir: Mediante La Desilusión y la tristeza.
Meses y hasta podría decir que años me está costando ser como preferiría. Sin embargo los años anteriores fueron los que más peso tuvieron.
Empezaba a darme cuenta de que los problemas en mi familia siempre habían existido y que sólo no lo había visto antes porque NO QUERÍA. Estaba reconociendo de la manera más cruda que no todas las personas están dispuestas a ser tus amigas, y lo peor de todo fue aprender que a pesar de que tengas toda la voluntad del mundo para no sufrir, nunca vas a poder elegir de quién enamorarte. Es una sensación que te consume, te absorve por completo. Si no estás con esa persona no sentís nada, no sos...
Cuando hablo de que la pasé muy mal en esos momentos, hablo literalmente. Llegaba un punto en el que creía que sería lo mejor no volver a acercarme a alguien, al menos durante un largo tiempo. Necesitaba recomponerme física y sentimentalmente.
Empezaban las peleas con mamá, y así mis restricciones con las salidas. Me volví ermitaña y sin querer me estaba alejando de mis amigas...
Un día vería a una amiga después de mucho tiempo, y aunque tenía muchas ganas de verla al menos por su cumpleaños, me la pasé todo el día teniendo miedo. Sentía miedo de no poder enfrentar a una de las causas de mi tristeza, y sabría que de algún modo sería débil.
Obviamente tuve que ir y "enfrentar", pero él pasó casi desapercibido. Yo estaba con mis amigas, las había extrañado muchisimo, y quería aprovechar mi estadía con ellas lo mejor posible.
Ahí, en ese momento, estando con ellas, fue cuando la Vida me llevó al segundo nivel de mi largo aprendizaje: Estaba parada lejos, pero frente a la entrada. Lo ví llegar, caminando con unos amigos de él, y aunque todavía no fue demasiado significativo para mí, lo miré durante varios segundos seguidos, sin poder dejar de hacerlo. Por un momento me olvidé del miedo que sentí al llegar a la casa de mi amiga, y le sonreí cuando vino a saludarme.
No lo conocía, ni siquiera formábamos parte del mismo grupo de gente... pero por alguna razón no podía dejar de observarlo. Me causaban gracia las cosas que hacía, parecía extrovertido, se mostraba seguro... y eso era lo que yo en ese entonces más necesitaba: Seguridad.
Recién cuando se sentó a mi lado me dí cuenta de que su sonrisa fue lo que más me había atraído. Sí, él me atraía, pero a pesar de que quisiera hablarle, la timidez todavía me dominaba. No podía hacer nada más que mirarlo, aunque sea de reojo. Igual era de imaginar que su extraversión permitiría que termináramos hablando de casi todo. Me hacía reír, me confiaba sus cosas. Parecía buen tipo... definitivamente quería seguir conociéndolo."
- - - - - - -
Cinco años después, no dejo de agradecer la suerte que tuve al haberte conocido.
domingo, 24 de febrero de 2013
jueves, 14 de febrero de 2013
Sucundún ~
Antes de que pudiera poner mi mente en orden, la idea se me cruzó inconscientemente por la cabeza apenas me dijiste que te irías de vacaciones: "Me muero de ganas de acompañarte."
De nuevo había empezado a soñar con mucho viento, olor a sal y arena en el pelo. De nuevo ahí estabas vos conmigo, sonriente y agarrando mi mano en un viaje de ida que hasta entonces sólo podía ver en mi cabeza soñolienta. De nuevo nos veía a nosotros sentados y viendo las olas de lejos... siempre me despertaba en la misma escena.
Sin embargo, como siempre, no pude guardarme mis ganas en secreto durante mucho tiempo. No porque me haya animado sola a confesarte que tenía ganas de irme con vos, sino porque esa "intuición masculina" que tenés, esa especie de no sé qué que seguís usando para adivinar mis pensamientos cual brujo, hicieron que te enteraras de todo: "Estás así porque querés irte conmigo de vacaciones, ¿no?". No puedo explicar la vergüenza que sentí cuando supiste lo que me pasaba.
Ojalá que les toque días de mucho sol, no tanto calor, que puedas despejarte y que se diviertan mucho. Te vas mañana a la madrugada. Sólo van a ser unas muy mini-vacaciones. Un fin de semana de dos días... pero seguro dos días que voy a sentir muchísimo, pensándote un montón, como la última vez que te fuiste.
De nuevo había empezado a soñar con mucho viento, olor a sal y arena en el pelo. De nuevo ahí estabas vos conmigo, sonriente y agarrando mi mano en un viaje de ida que hasta entonces sólo podía ver en mi cabeza soñolienta. De nuevo nos veía a nosotros sentados y viendo las olas de lejos... siempre me despertaba en la misma escena.
Sin embargo, como siempre, no pude guardarme mis ganas en secreto durante mucho tiempo. No porque me haya animado sola a confesarte que tenía ganas de irme con vos, sino porque esa "intuición masculina" que tenés, esa especie de no sé qué que seguís usando para adivinar mis pensamientos cual brujo, hicieron que te enteraras de todo: "Estás así porque querés irte conmigo de vacaciones, ¿no?". No puedo explicar la vergüenza que sentí cuando supiste lo que me pasaba.
Ojalá que les toque días de mucho sol, no tanto calor, que puedas despejarte y que se diviertan mucho. Te vas mañana a la madrugada. Sólo van a ser unas muy mini-vacaciones. Un fin de semana de dos días... pero seguro dos días que voy a sentir muchísimo, pensándote un montón, como la última vez que te fuiste.
Hace cinco años en este día, faltaba muy poquito para verte por primera vez, pero todavía no tenía la suerte de conocerte.
Hoy creo que es la primera vez que paso un 14 de Febrero sin verte desde que nos conocimos. No es que esperaba con ansias el poder hacerlo estando así, como estamos... sólo me puse a pensar en ese detalle.
Tampoco lo digo porque sea San Valentín concretamente. Siempre nos vimos e hicimos algo en este día porque ameritaba el hacerlo, la fecha era una excusa más para salir y estar juntos un rato como cualquier otro día... porque cada día que podíamos estar juntos la pasábamos bien de igual forma.
Hubo algún que otro momento en el que sí tuvimos la suerte, pero hacen casi ocho meses (ocho meses...) que no solemos pasar un 14 juntos... y eso es a lo que voy con esto. Febrero es un mes muy cortito, y el 14 está muy cerquita del 23, del 24... del 27. Muy cerca del 1ro y del 14 de Marzo... viéndolo cronológicamente hoy estamos a menos de un mes de lo que fue nuestro 14 de Marzo. Eso es en lo que me colgué pensando más.
Sin embargo, en este día, estoy contenta de poder decir que sigo enamorada. Sentir amor, más allá del romántico... amar a alguien es una de las virtudes más preciosas del ser humano.
Nunca voy a dejar de agradecerte todo el amor que metiste en mi corazón desde que me enamoré de vos, ni tampoco voy a dejar de agradecerte todo el amor que me brindaste vos a mí. En mucho tiempo, y como nadie, amándome me hiciste sentir incomparablemente feliz.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Siempre muero de vergüenza cada vez que te pregunto si podés o querés que salgamos a algún lado. Casi siempre, antes de atreverme a preguntarte, tengo la idea -una idea muy acertada la mayoría de las veces- de tener que aceptar un "no" como respuesta, en vez de un sí. Al pensar en que quiero hablarte o que quiero preguntarte si tenés ganas de verme, me agarra un miedo que a cualquier otra persona hubiera convencido de simplemente no preguntar nada, pero que casi nunca termina teniendo efecto en mí. Entonces, cada vez que te extraño, Vos, mi más grande debilidad, resultás ser más fuerte que mi propia fortaleza, más fuerte que todo el miedo que tengo... y siempre termino sacándote el mismo tema: ¿cuándo podremos vernos?
Después de algún tiempo de proposiciones, las respuestas siempre fueron algo generalizadas y predecibles: "No sé, te aviso".
A veces fueron noches enteras las que no pude dormir pensando en la confirmación de tu respuesta. Reconozco que hasta lloraba rendida bajo las sábanas pensando en que era muy posible que mañana sería otro día sin poder aunque sea darte una pequeña caricia. Sentía bronca conmigo misma, me arrepentía una y otra vez convenciéndome de que no debí preguntarte eso porque pensaba en que por ahí te molesté o te presioné, y que por eso decidiste evadir la respuesta... el fondo de mi corazón sabía bien en qué acabaría todo: "No, al final hoy no puedo."
Hubieron veces en las que vos eras el que me invitaba o sacaba el tema de vernos. Pero al pasar el tiempo, las veces que yo lo hacía tus respuestas fueron tan parecidas a las anteriores, que a pesar de que todavía habían momentos en los que seguía animándome a preguntarte si querías que nos viéramos, ya presentía lo que me contestarías, y como casi siempre le daba al blanco poco a poco fui animándome cada vez menos a proponértelo...: "No, al final hoy no puedo". Es como que tuve que ir aprendiendo a acostumbrarme a los "no" y a las cancelaciones...
A pesar de eso, hoy flaqueé mucho.
Cuando me dijiste que hoy tampoco podríamos vernos, sentí una angustia grande, como si esta vez no me esperase esa cancelación. Por ahí es por el hecho de saber que vas a estar lejos todo este fin de semana; tal vez sea porque sé que mañana es 14 de Febrero (y sabés que no nombro esta fecha porque es "San Valentín"...) y porque ni siquiera voy a poder verte antes de que te vayas de viaje.
Algunas amigas y familiares me dicen "El que realmente quiere, puede"; "no sigas tomando como prioridad a quien te tiene como opción". Yo qué sé, a veces me pongo tan triste de que finalmente no podamos estar los dos juntos, que realmente pienso que no querés verme. Pero después me termino dando cuenta de que ellos, todos los que me dicen este tipo de cosas, no están en nuestros zapatos, nunca lo estuvieron. Nunca van a sentir en su piel lo que sentimos nosotros; vuelvo a recuperar mi objetividad y trato de reconfortarme al saber que no tenés por qué poder/querer verme siempre, que realmente estás ocupado porque tenés tus cosas, tu vida. Mucho más ahora... y yo no soy nadie para robarte tiempo que no querés o no podés darme. Ni siquiera hubiera tenido ese derecho siendo tu novia.
Yo realmente no sé del todo si mi presencia en tu vida sea tan necesaria como lo había sido siempre. Nunca me animo a hablarte de este tipo de cosas porque sé que si lo hiciera me sentiría como si estuviese reprochándote cosas, y yo no me creo tan Quién para hacerlo en estas circunstancias...
A pesar de todo esto, quiero que sepas que yo todo el tiempo voy a tener mucho para darte, y cada vez que pueda y me permitas hacerlo... aunque te vea tan poquito, quieriéndote ver tanto.
(Hoy te ví de lejos, desde la vereda del frente. Fue de casualidad, un segundo, y el corazón empezó a latirme rápido y fuerte al saber que no podría correr a abrazarte. Eso fue lo más cerquita que pudimos estar hoy, y seguramente lo más cerca que vamos a estar hasta que vuelvas de tus vacaciones...)
Después de algún tiempo de proposiciones, las respuestas siempre fueron algo generalizadas y predecibles: "No sé, te aviso".
A veces fueron noches enteras las que no pude dormir pensando en la confirmación de tu respuesta. Reconozco que hasta lloraba rendida bajo las sábanas pensando en que era muy posible que mañana sería otro día sin poder aunque sea darte una pequeña caricia. Sentía bronca conmigo misma, me arrepentía una y otra vez convenciéndome de que no debí preguntarte eso porque pensaba en que por ahí te molesté o te presioné, y que por eso decidiste evadir la respuesta... el fondo de mi corazón sabía bien en qué acabaría todo: "No, al final hoy no puedo."
Hubieron veces en las que vos eras el que me invitaba o sacaba el tema de vernos. Pero al pasar el tiempo, las veces que yo lo hacía tus respuestas fueron tan parecidas a las anteriores, que a pesar de que todavía habían momentos en los que seguía animándome a preguntarte si querías que nos viéramos, ya presentía lo que me contestarías, y como casi siempre le daba al blanco poco a poco fui animándome cada vez menos a proponértelo...: "No, al final hoy no puedo". Es como que tuve que ir aprendiendo a acostumbrarme a los "no" y a las cancelaciones...
A pesar de eso, hoy flaqueé mucho.
Cuando me dijiste que hoy tampoco podríamos vernos, sentí una angustia grande, como si esta vez no me esperase esa cancelación. Por ahí es por el hecho de saber que vas a estar lejos todo este fin de semana; tal vez sea porque sé que mañana es 14 de Febrero (y sabés que no nombro esta fecha porque es "San Valentín"...) y porque ni siquiera voy a poder verte antes de que te vayas de viaje.
Algunas amigas y familiares me dicen "El que realmente quiere, puede"; "no sigas tomando como prioridad a quien te tiene como opción". Yo qué sé, a veces me pongo tan triste de que finalmente no podamos estar los dos juntos, que realmente pienso que no querés verme. Pero después me termino dando cuenta de que ellos, todos los que me dicen este tipo de cosas, no están en nuestros zapatos, nunca lo estuvieron. Nunca van a sentir en su piel lo que sentimos nosotros; vuelvo a recuperar mi objetividad y trato de reconfortarme al saber que no tenés por qué poder/querer verme siempre, que realmente estás ocupado porque tenés tus cosas, tu vida. Mucho más ahora... y yo no soy nadie para robarte tiempo que no querés o no podés darme. Ni siquiera hubiera tenido ese derecho siendo tu novia.
Yo realmente no sé del todo si mi presencia en tu vida sea tan necesaria como lo había sido siempre. Nunca me animo a hablarte de este tipo de cosas porque sé que si lo hiciera me sentiría como si estuviese reprochándote cosas, y yo no me creo tan Quién para hacerlo en estas circunstancias...
A pesar de todo esto, quiero que sepas que yo todo el tiempo voy a tener mucho para darte, y cada vez que pueda y me permitas hacerlo... aunque te vea tan poquito, quieriéndote ver tanto.
(Hoy te ví de lejos, desde la vereda del frente. Fue de casualidad, un segundo, y el corazón empezó a latirme rápido y fuerte al saber que no podría correr a abrazarte. Eso fue lo más cerquita que pudimos estar hoy, y seguramente lo más cerca que vamos a estar hasta que vuelvas de tus vacaciones...)
lunes, 11 de febrero de 2013
Porque me amaste
Por todas las veces que estuviste para apoyarme en vos y
por toda la verdad que me hiciste ver;
por toda la alegría que trajiste a mi vida y por todos los errores que convertiste en aciertos; por cada sueño que hiciste realidad y por todo el amor que encontré en vos... siempre voy a estar agradecida, mi amor.
Vos fuiste el único que me sostuvo, nunca me dejaste caer. Sos el único que me vio a través de todo...
Me diste alas y me hiciste volar. Tocaste mi mano y pude tocar el cielo. Sentí perder mi fe y vos me la diste de nuevo. Dijiste que ninguna estrella estaba fuera de alcance. Permanecía alta porque siempre estuviste para mí... tenía tu amor, lo tenia TODO... y estoy agradecida por cada día que me diste.
Quizás no sé mucho, pero sí sé que esto que hay es verdadero... fui bendecida al haber sido tan amada por vos.
Siempre estuviste ahí para mí, como un suave viento que me llevaba, una luz en la oscuridad alumbrando tu amor en mi vida. Fuiste mi inspiración, entre las mentiras eras la única verdad... y mi mundo era un lugar mejor gracias a vos.
Fuiste mi fuerza cuando fui débil. Fuiste mi voz cuando no pude hablar. Fuiste mis ojos cuando no pude ver y viste lo mejor que había en mí. Me alzaste alto cuando creía no podría alcanzar nada. Me diste fe porque vos sí creías...
Soy todo lo que soy porque me amaste.
Vos fuiste el único que me sostuvo, nunca me dejaste caer. Sos el único que me vio a través de todo...
Me diste alas y me hiciste volar. Tocaste mi mano y pude tocar el cielo. Sentí perder mi fe y vos me la diste de nuevo. Dijiste que ninguna estrella estaba fuera de alcance. Permanecía alta porque siempre estuviste para mí... tenía tu amor, lo tenia TODO... y estoy agradecida por cada día que me diste.
Quizás no sé mucho, pero sí sé que esto que hay es verdadero... fui bendecida al haber sido tan amada por vos.
Siempre estuviste ahí para mí, como un suave viento que me llevaba, una luz en la oscuridad alumbrando tu amor en mi vida. Fuiste mi inspiración, entre las mentiras eras la única verdad... y mi mundo era un lugar mejor gracias a vos.
Fuiste mi fuerza cuando fui débil. Fuiste mi voz cuando no pude hablar. Fuiste mis ojos cuando no pude ver y viste lo mejor que había en mí. Me alzaste alto cuando creía no podría alcanzar nada. Me diste fe porque vos sí creías...
Soy todo lo que soy porque me amaste.
domingo, 10 de febrero de 2013
Joyeux Anniversaire
Hace días que vengo pensando en que hoy sería 10 de Febrero.
Estaba muy contenta de poder verte de nuevo ese día. A pesar de que las rosas que conseguí no fueron totalmente blancas, como tus preferidas, con lo que me alcanzó pude llegar a comprarte seis pequeñas rosas de otro color, y las hice envolver en un humilde ramito para poder dártelo como regalo en tu cumpleaños.
Tu hijo, ese por el que todavía muero de amor, me acompañó. Me pasó a buscar en la parada del colectivo y esperó pacientemente conmigo mientras envolvían tus rosas. Él siempre se da cuenta de cómo me siento, por más que yo trate de disimularlo, y yo ese día me sentía tan nerviosa, tan ansiosa de poder verte otra vez, que Él me abrazaba y agarraba fuerte mi mano en un gesto de apoyo, para tratar de calmarme...
"Feliz cumpleaños" -te dije mientras tímidamente te entregué el ramito. Recuerdo que sonreíste, la sonrisa te había llegado a los ojos... me abrazaste fuerte, y pusiste las rositas en un jarrón, sobre la mesita de tu cuarto. Después de poco los nervios se habían ido, y me sentía feliz de poder estar con vos de nuevo.
Eso fue hace exactamente un año, y lo recuerdo con ojos algo anegados, emocionada, nostálgica, extrañándote como siempre...
Sé que hoy ya no voy a poder ir a verte, ni abrazarte ni darte alguna rosa o algo, pero al menos me animé a saludarte aunque sea mediante un mensajito de texto... y no importa si no contestaste, simplemente espero que sepas, desde el fondo de tu corazón, que te tengo presente todo el tiempo, mucho más en este momento... deseándote siempre lo mejor, deseando que siempre estés bien.
Desde la distancia te mando el abrazo más cálido que me salga, ojalá en algún momento puedas sentirlo...
Te quiero. Feliz cumpleaños.
Estaba muy contenta de poder verte de nuevo ese día. A pesar de que las rosas que conseguí no fueron totalmente blancas, como tus preferidas, con lo que me alcanzó pude llegar a comprarte seis pequeñas rosas de otro color, y las hice envolver en un humilde ramito para poder dártelo como regalo en tu cumpleaños.
Tu hijo, ese por el que todavía muero de amor, me acompañó. Me pasó a buscar en la parada del colectivo y esperó pacientemente conmigo mientras envolvían tus rosas. Él siempre se da cuenta de cómo me siento, por más que yo trate de disimularlo, y yo ese día me sentía tan nerviosa, tan ansiosa de poder verte otra vez, que Él me abrazaba y agarraba fuerte mi mano en un gesto de apoyo, para tratar de calmarme...
"Feliz cumpleaños" -te dije mientras tímidamente te entregué el ramito. Recuerdo que sonreíste, la sonrisa te había llegado a los ojos... me abrazaste fuerte, y pusiste las rositas en un jarrón, sobre la mesita de tu cuarto. Después de poco los nervios se habían ido, y me sentía feliz de poder estar con vos de nuevo.
Eso fue hace exactamente un año, y lo recuerdo con ojos algo anegados, emocionada, nostálgica, extrañándote como siempre...
Sé que hoy ya no voy a poder ir a verte, ni abrazarte ni darte alguna rosa o algo, pero al menos me animé a saludarte aunque sea mediante un mensajito de texto... y no importa si no contestaste, simplemente espero que sepas, desde el fondo de tu corazón, que te tengo presente todo el tiempo, mucho más en este momento... deseándote siempre lo mejor, deseando que siempre estés bien.
Desde la distancia te mando el abrazo más cálido que me salga, ojalá en algún momento puedas sentirlo...
Te quiero. Feliz cumpleaños.
viernes, 1 de febrero de 2013
To be encouraged to say something
Hace meses que vengo aprendiendo a reprimirme cosas. A veces siento que es tanto lo que tengo para dar, o decir, que cuando no puedo hacerlo siento que el corazón me va a explotar... y creo que le pasa a cualquiera, pero es re feo tener ganas de decir algo que te está pasando, muchas ganas, y no encontrar las agallas suficientes para poder hacerlo.
Me pasó anoche. Cuando te vi por primera vez sonreí, porque te había extrañado mucho, y estaba feliz de poder abrazarte de nuevo. Pero a la vez tenía una mezcla de vergüenza y timidez con un miedo enorme, porque sabía que no te olvidarías, sabía que en cualquier momento me lo recordarías y me preguntarías "¿Qué es eso que tenías que decirme?".
Mientras caminábamos y mientras cenábamos yo casi no podía pensar en otra cosa. Miraba para todos lados y apenas sí podía concentrarme en prestar atención a lo que vos me contabas, yo siquiera podía hablar demasiado para sacar otro tema.
Y después... dicho y hecho. Por ahí lo que tenía que contarte no sería nada nuevo para vos (o por ahí sí, algo nuevo habría...), pero apenas me preguntaste me guardé en tu cuello para esconderme la vergüenza y el miedo, el miedo ante la posibilidad de saber cómo reaccionarías ante aquella confesión y a cómo me sentiría yo ante tu reacción.
A la vuelta, insististe una vez más, y yo ya me horrorizaba ante el hecho de seguir sin animarme a decir algo relacionado con el tema. Te acariciaba cuanto podía y suspiraba a cada rato porque sabía que después, al llegar a casa, volvería a extrañarte, tendría ganas de darte otro abrazo... pero más que nada sabía que me sentiría pésima por haber quedado en la nada de nuevo porque de verdad quería contarte lo que me pasaba, no quería escondértelo. La bronca conmigo misma hizo que me quedara callada y que me agarrara de la garganta... me dolía todo lo que me estaba tragando, tragaba saliva con el pensamiento de que de verdad estaba tragándome lo que quería decir, ¡no me animaba a sacarlo...! Y me hacía doler, en serio.
Apenas entré a casa y cerré la puerta, apoyé mi cabeza ahí, en medio de oscuridad, y por unos segundos me quedé temblando con dos o tres lágrimas saliéndoseme, y suspirando, sacando todo eso que antes me asfixiaba.
"Si tan solo..." -pienso ahora. Sos mi Talón de Aquiles, y si tan solo me hubieras insistido un poco más, estoy segura de que me hubieras convencido sin demasiado esfuerzo; o si tan solo yo hubiera encontrado el momento correcto para poder contártelo... por ahí las cosas ahora tendrían un sabor distinto.
No me animo a escribirlo acá, por lo menos. Por primera vez en mucho tiempo quisiera tener el coraje para contarte lo que me pasa mirándote a los ojos, bordó de la vergüenza, con el pecho temblándome de miedo, pero mirándote...
Porque anoche, cuando miré el reloj en el celular y vi que eran las 00:03, ni siquiera me animé a decirte que ya era Primero de Febrero, y sólo vos sabés lo que eso realmente significa... "¿Qué es eso que tenías que decirme?".
Me pasó anoche. Cuando te vi por primera vez sonreí, porque te había extrañado mucho, y estaba feliz de poder abrazarte de nuevo. Pero a la vez tenía una mezcla de vergüenza y timidez con un miedo enorme, porque sabía que no te olvidarías, sabía que en cualquier momento me lo recordarías y me preguntarías "¿Qué es eso que tenías que decirme?".
Mientras caminábamos y mientras cenábamos yo casi no podía pensar en otra cosa. Miraba para todos lados y apenas sí podía concentrarme en prestar atención a lo que vos me contabas, yo siquiera podía hablar demasiado para sacar otro tema.
Y después... dicho y hecho. Por ahí lo que tenía que contarte no sería nada nuevo para vos (o por ahí sí, algo nuevo habría...), pero apenas me preguntaste me guardé en tu cuello para esconderme la vergüenza y el miedo, el miedo ante la posibilidad de saber cómo reaccionarías ante aquella confesión y a cómo me sentiría yo ante tu reacción.
A la vuelta, insististe una vez más, y yo ya me horrorizaba ante el hecho de seguir sin animarme a decir algo relacionado con el tema. Te acariciaba cuanto podía y suspiraba a cada rato porque sabía que después, al llegar a casa, volvería a extrañarte, tendría ganas de darte otro abrazo... pero más que nada sabía que me sentiría pésima por haber quedado en la nada de nuevo porque de verdad quería contarte lo que me pasaba, no quería escondértelo. La bronca conmigo misma hizo que me quedara callada y que me agarrara de la garganta... me dolía todo lo que me estaba tragando, tragaba saliva con el pensamiento de que de verdad estaba tragándome lo que quería decir, ¡no me animaba a sacarlo...! Y me hacía doler, en serio.
Apenas entré a casa y cerré la puerta, apoyé mi cabeza ahí, en medio de oscuridad, y por unos segundos me quedé temblando con dos o tres lágrimas saliéndoseme, y suspirando, sacando todo eso que antes me asfixiaba.
"Si tan solo..." -pienso ahora. Sos mi Talón de Aquiles, y si tan solo me hubieras insistido un poco más, estoy segura de que me hubieras convencido sin demasiado esfuerzo; o si tan solo yo hubiera encontrado el momento correcto para poder contártelo... por ahí las cosas ahora tendrían un sabor distinto.
No me animo a escribirlo acá, por lo menos. Por primera vez en mucho tiempo quisiera tener el coraje para contarte lo que me pasa mirándote a los ojos, bordó de la vergüenza, con el pecho temblándome de miedo, pero mirándote...
Porque anoche, cuando miré el reloj en el celular y vi que eran las 00:03, ni siquiera me animé a decirte que ya era Primero de Febrero, y sólo vos sabés lo que eso realmente significa... "¿Qué es eso que tenías que decirme?".
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