domingo, 18 de diciembre de 2022

Depresión campeón mundial

 Nuca fui muy fanática del fútbol. Recuerdo que una vez estaba tomando la siesta con mi mamá en el primer tiempo pensando en que Argentina ni siquiera pasaría la fase de grupos... Pero paulatinamente la ilusión se fue agigantando, hasta hoy.

Por no decir AÑOS, debo reconocer que hacía mucho tiempo no había sentido una felicidad como la que sentí cuando Argentina había sido proclamada campeón del mundo. Pero no por ser un equipo de fútbol, sino porque me fui dando cuenta que esta pasión nos unía a todos como argentinos. Dejaron de existir banderas políticas, de religión. Los de River admiraban a los de Boca. No había estandarte que no fuera el del orgulloso patriotismo de ser argentino. Y yo no había presenciado algo así en mi vida. La alegría fue contagiosa. La sentí...

Pero fue efímera.

Todo se derrumbó en plena fiesta. Volví con lágrimas angustiosas caminando desde el Obelisco hasta mi casa. Los que festejaban chocaban contra mis hombros y así y todo nunca me sentí tan lejos de toda esa algabaría. Otra vez me sentí encerrada en una burbuja negra que sólo distorsionaban las luces de los semáforos y me hacían ver los festejos en cámara lenta. Como si el deseo (ya rendido) por sentir lo mismo quisiera tomar las últimas fotografías de lo que sucedía.

Hoy ganó Argentina. Pero debo reconocer que yo perdí. Lo reconozco secándome las lágrimas con la camiseta del país donde nací, al que amo, por el cual me hubiera gustado hacer algo.

Pero estoy cansada de luchar contra algo que me derriba todos los días.

Lo único que deseo es que por favor me comprendan. Que por una vez me comprendan y no se enojen conmigo. Prometo que busqué todos los caminos para encontrar la paz. Hice mil cosas para sentirme bien conmigo misma. Pero de verdad y lo lamento, no lo consiguí. Yo perdí.


Sólo deseo abrazar muy fuerte a mis hijitas. Volver a encontrarme con ese amor que siento que nunca volveré a encontrar en este plano.

Y si nada de eso existe, entonces la nada misma prefiero antes que seguir soportando todo esto.

Es el deseo de alguien que se cansó de pelear.

Quiero descansar.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

La gota que derramó el vaso - parte II

     Hace un par de meses —re poquito, considerando que vengo haciendo teniendo terapia hace años— cambié de psicóloga. Hago terapia desde 2017 y más o menos en junio de este año dije basta. Había llegado a un tope y seguía en el mismo lugar desde hacía mucho, no avanzaba y me cansé. Necesitaba seguir adelante... Y así fue como encontré a Micaela.

    Hasta ahora venía todo OK. Es decir, yo había empezado esta nueva terapia aclarando que hay cosas de mi pasado que no puedo superar y que era por eso específicamente que quería empezar de nuevo... Pero con Mica siempre terminé hablando de mi presente. Era lo que me nacía. No hablaba de mi adolescencia, de la relación con mis padres ni de mi ex, y aunque ella mencionó que podríamos hablar del tema cuando yo esté preparada, la sesión siempre terminaba centrándose en sentimientos que me atravesaban desde el momento presente. Nunca recordando el pasado.

    Hoy, miércoles, teníamos pactada la sesión a las 21 hs. Pero ayer, más allá de que venía sensible por otras cosas, hice algo muy irresponsable afectivamente, y masoquista de mi parte.

    Esa fucking voz en mi cabeza: "Lo extrañás. Dale, fijate su perfil. Fijate cómo anda, si está bien."

    Obvio. En general las personas siempre "están bien" en las redes sociales. Y obvio, él parecía estarlo, y encima estaba igual de atractivo que siempre. Ya empecé a suspirar pensando en que sí, en efecto seguía extrañándolo.

    Pero el diablo de mi hombro izquierdo ganó a tal punto que terminé en el perfil de su novia. ¿Con qué necesidad? ¡¿Con cuál?!

    La voz en mi cabeza, cual Satanás extasiado de que Eva haya comido el fruto del mal, empezó otra vez:

"Mirá lo hermosa que es en comparación a vos."

"Obvio. ¿Cómo no iba a irse con ella, con todas las virtudes que tiene?"

"Menos mal que no se quedó con vos. No sólo NO tenés sus virtudes físicas sino que ENCIMA sos una ignorante en comparación a ella."

    Me enojé conmigo misma. "Soy una pelotuda" empecé a decirme, llorando.
    Lo más inmediatamente posible, no sabía si serviría para más adelante, pero bloqueé su perfil, el de ambos, y cerré la pestaña de la PC. Pero ya era tarde. Las lágrimas calientes caían por ambas mejillas en chorros gigantes. Sentía cómo toda la piel de mi cara se hinchaba por el llanto, y se me nubló toda la vista... Pero ya no era por las lágrimas nada más.

    "Mica —le escribí por mail—. Sé que tenemos sesión mañana y prometo que jamás me pasó tener que pedir esto, pero necesito que hablemos cuanto antes. Estoy por colapsar."

    La estupidez de mi acto hizo que otra vez de mi cuerpo se apoderaran unas de las sensaciones más horrorosas que puede tener una persona. Las lágrimas sólo son el incipiente comienzo, pero después vienen los temblores en ambas manos, incontrolables, y un dolor tan punzante en el pecho que te hace sentir que vas a tener un infarto, un dolor acompañado de la sensación de que te están aplastando el tórax hasta dejarte sin aire. El cuello se me había cerrado. Me estaba ahogando. Dejé de ver todo. Todo se tornó negro y sólo escuchaba mis gritos.

    El ataque de pánico duró lo que duraron los intentos de Mica por comunicarse conmigo, más o menos. Fueron unos minutos que para mí fueron una eternidad, y mis compañeras de departamento me ayudaron, conmigo teniendo la sensación de que estaba poseída, tirada en el piso, sin poder controlarme, desbordada.

    Lo que vino después fue encontrar un montón de llamadas perdidas de mi psicóloga. Agotamiento mental y físico. A mi compañero de trabajo bancándome a la distancia diciéndome que por favor descanse e intente dormir. Mojar toda la almohada con lágrimas cuando finalmente pude hablar unos minutos con mi terapeuta.

    "Estoy agotada, Mica" —le expliqué, ya más tranquila pero sin poder dejar de llorar. Pero no me refería al agotamiento físico que seguía teniendo. 

    A lo que refería es que estoy agotada de tener que pasar por todo esto. De que no deje de afectarme. De no poder tener una vida normal más allá del estrés del trabajo y el estudio; de creer que lo estoy superando hasta que el deseo de morirme arrasa con todo mi ser otra vez. Una y otra vez.

    Después de la charla y la siesta, decidí tomar fuerzas. Delineé mis ojos hinchados, y aunque mis compañeros notaron que algo me pasaba, pude ir a clase y distenderme un poco.

    En poco más de una hora, voy a tener una nueva sesión con Micaela. No, no estoy preparada para lo que se viene, pero ya no puedo patearla más. Tendré que tomar fuerzas. Porque esta no va a ser una sesión fácil.

La gota que derramó el vaso - parte I

    Recuerdo lo fácil que se me hacía escribir. Era uno de mis hobbies preferidos junto con tocar el piano y leer. Leer un montón.

    Ahora... ¡Qué difícil se hace volver a conectar mis manos con mi cabeza para volver a teclear! Apenas sí tengo tiempo para leer por ocio en las noches antes de dormir (si es que no me vence el cansancio en el intento)… ¿El piano?... Tristemente viene siendo historia hace años.

    Sin embargo, casi todos los días pienso en este blog. Pienso en las ganas de volcar los sentimientos que tuve, que estoy teniendo y las cosas que me sucedieron durante el día. Y no solamente por mero gusto al arte, eh —sí, por suerte el amor por escribir no se fue— sino también porque soy consciente de que escribir es una forma de canalizar sentimientos, dejarlos ser, y muchas veces, hasta de dejarlos ir si veo que me hacen mal. 

    Entonces siempre terminaba los días acostada, deseando haber escrito todas esas palabras desordenadas pero nítidas en mi cabeza. Me quedaba con todo eso dentro. No escribía.

    Lo que sí reconocí después, es que este último tiempo, todos los baches que tuve entre cada post fueron porque justamente quise evitar todos estos sentimientos feos. Escribir sobre algo implica recordar... Yo yo quería evitar recordar a toda costa. Quería evitar volver a vivenciar.

    Y eso tuvo una consecuencia gravísima.

domingo, 1 de mayo de 2022

Abrazo invisible

Era una de las tantas noches que nos estábamos por ir a dormir. Como siempre, fui a bañarme antes de acostarme, para relajar. Luego me puse una cremita en la cara y me sequé mi abundante pelo concienzudamente. Fui la primera en entrar a la cama.

Después entraste vos. Estaba fresco afuera así que rápido me hice una bolita en tu cuerpo calentito. Apoyé mi cabeza en tu cómodo pecho, me abrazaste de igual manera y, ya entrelazados nuestros cuerpos, al darme un rico beso en la frente, me dijiste:

- Qué rico perfume tenés en el pelo.
 
Te miré algo sorprendida. No había usado un champú diferente, y después caí:

-Ah. Ay, gracias. Es el protector térmico. Lo uso para que el pelo no se me eche a perder con el secador.

Vos seguiste besando mi frente y mi cabello como si fuera la sensación más placentera del mundo: "Bueno. Huele muy rico."


Hoy en día, el protector térmico me dura meses. Ya no me esmero tanto por cuidar mi pelo como antes...

Pero hoy, después de mucho, lo volví a usar. Mimé mi pelo mientras me lo secaba como hacía mucho no lo hacía... Pero se me caía de a mechones. Aquél cabello fuerte ya no era tal. Ya no estaba sano como aquella vez.

Ahora, al acostarme en esta cama vacía, huelo este perfume y con él recuerdo tus palabras, tus piropos y esos cariñosos besos, que nunca dejaron de encantarme.

Y sí, ya sé que es muy probable que vos no tengas idea de este recuerdo, pero mi mente lo trajo atesorado a la memoria, junto a este deseo inmenso de siempre, de poder abrazarte una vez más.

martes, 26 de abril de 2022

"Decreta"

Dicen que si decretás algo con todo tu ser, en algún momento se hará realidad.

Lo que me pasa a mi hoy, es que tengo tanto agotamiento (físico, mental, espiritual...) por quererlo tanto que me encantaría decir... No "No lo quiero", sino, "No me quiere".

Sí. Repetirme que No Me Quiere. Tal vez de esa manera me convenza de que no tiene sentido seguir llorando y sufriendo cada fucking día de mi vida por alguien que ni siquiera me tiene en cuenta. Que ya no siquiera piensa en mí. Es injusto.

Y no digo que sea injusto porque quiero que él esté mal también. No. Lo quiero tanto que quiero que sea el hombre más feliz posible, incluso si es con otra persona.

Digo que es injusto, porque es injusto que yo no pueda hacer mi vida como él sí pudo.

Por eso, debo convencerme: "No me quiere". Y quererme más a mí, aunque tanto cueste.

¿Cómo se hace tan titánica proeza?

Los logros no son los mismos - parte II

En diciembre del año pasado decidí que intentaría entrar al ISER con toda la preparacion y ganas posibles. Locución sería la carrera a la que me anotaría, a "la UBA de los Locutores", el instituto más reconocido a nivel continental, ni siquiera nacional. Miles de aspirantes se anotan cada año para intentar entrar, y yo, este año me animé a ser una de ellos.

Llegado el día, llena de nervios, erguí la espalda, levanté mi semblante y luego de meses de práctica pude aprobar el primero de dos exámenes... ¡Lo había logrado! Entre miles, pude quedar ahora entre cientos.

El segundo examen fue más exigente. No requería tantos tecnicismos pero sí evaluarían mi manera de desenvolverme o de improvisación... ¡Y aprobé de nuevo! Un 9 arrasador me hizo llorar de emoción prácticamente todo el día. ¡Había entrado al ISER! Increíble.

Sin embargo, había algo que opacaba tanta felicidad. Estaba presente en forma de una presión en el pecho y se entremezclaba con las lágrimas de emoción. Y reconocía esa emoción. Era tristeza.

Tristeza de que ya no podría compartirte mis logros como antes.

Era como un acto reflejo, pero lo tenía que parar al instante con la vista nublada por el llanto apenas caía. Agarraba el celular con tu nombre en mi mente atinando a que seas el primero en enterarte... Como siempre.

Pero no. Porque ya no había un "como siempre".

Y así, saqué la conclusión de que por más alto que sea el logro que alcance, ninguno lo siento completo si no puedo compartirlo con vos.

jueves, 14 de abril de 2022

14 de abril - feliz cumple al Cielo

"No me voy a olvidar más de su cumple. Cae en la misma fecha que nuestro aniversario" pensaba yo de adolescente, comparándolo con el 14 de marzo. Gracias a esta asociación, nunca más me olvidé de los 14 de abril.

Hoy es el cumple de tu papá, así que al demonio la distancia. Pensé en vos casi todo el día, en cómo estarías.

"Un abrazo fuerte en este día." Te escribí. Nada más. Recuerdo que la última vez que nos vimos te prometí pensar en vos y en tu familia cada fecha como hoy; pero no dije que iba a escribirte... Aún así, fue más fuerte que yo.

Intercambiamos poquísimas palabras sobre el tema por Whatsapp, y volví a despedirte con un fuerte abrazo. Ahora sí, cierto: la distancia.

Pocos minutos después estaba desplomada sobre la mesa de la cocina, llorando como pocos. Como jamás te imaginarías en este momento. Volví a los recuerdos de aquél fatídico día de enero; de mis lágrimas por vos no dejarme despedirme de él; por no poder estar con vos en este momento para abrazarte una vez más y decirte que lo sentía; por todo.

Dejé ser a las lágrimas al punto de llegar casi al borde del ataque. Eran "síntomas" que ya conocía, así que las dejé ser, pero en silencio. Tratando de que no me dominen a la vez.

Luego, en el baño, devolví la mirada a la patética chica que me observaba en el espejo. Me tuve que calmar. En poco tiempo la humedad de las lágrimas había hinchado mis labios, mis párpados estaban rojos. Ambos ojos inyectados en sangre.

Ahora me acosté. Abajo de la sábana está la manta calienta camas que alguna vez me regalaste. ("¿Por qué no me regaló sólo peluches?" pensé cuando tuve que sacarla de la bolsa de cosas guardadas).

Para la mayoría de la gente no hace tanto frío, pero conociéndome, no te sorprendería saber que empecé a usar la manta apenas corrió un viento.

Hoy me tomé una dosis un cachito más alta de calmante. Voy a tratar de dormir, imaginando que el calor de la cama es el calor de tu cuerpo abrazando el mío. 

Deseo que tu sueño sea tranquilo. No sabés cuánto lo deseo.

De quien mucho te extraña,


lunes, 4 de abril de 2022

Los logros no son los mismos - parte I

Debo reconocer que tengo este trastorno desde antes que me lo diagnostiquen hace sólo un par de años. Él me conoció así, en su momento me aceptó así, y hasta me amó así a pesar de que este fuera un "defecto" bastante difícil de afrontar conmigo: "la novia llorona y sensible". Tal vez así era visto desde afuera.

Sin embargo, reconozco también que he hecho cosas en pos de no tener lugar en mi cabeza para pensamientos feos. Me di cuenta de que siempre me llené de actividades, cursos, carreras... Todo para siempre tener algo qué hacer. Para no pensar.

Bueno. Creo que ahora me está pasando de nuevo.

Luego de un par de años como guía de turismo, noté que necesitaba algo para no quedarme disfónica luego de varias visitas guiadas. Algo estaba haciendo mal y necesitaba corregirlo. Había tenido clases de oratoria pero no me sirvieron; teatro no tenía ganas de hacer... así que pensé en locución.

En marzo de 2021 (ya separada de él, pero aún sin saber que él ya estaba en pareja de nuevo) intenté ingresar al ISER para esta carrera. Según me habían contado, esta institución tiene a los mejores locutores egresados del continente. Están exagerando —pensé—, pero investigué, y realmente era un lugar de prestigio. Así que me anoté, y me presenté sin preparación alguna.

Pasó lo que supuse: la exigencia del prestigioso lugar me bochó con un 2 ante semejante ocurrencia.

El 2021 transcurrió y se fue haciendo todo cada vez peor hasta que intenté suicidarme en julio. Recuerdo haber llorado en el hospital al despertar por no haberlo logrado, pero la ayuda de mi psicóloga, mi psiquiatra, mi familia y amigos me hicieron entender en ese momento que si sigo acá es por algo, y que tengo características propias que hacen de mí "una mujer digna de dejar una huella en esta Tierra". Así me lo dijeron.

Fue así que lo pensé mejor: "Tal vez no tenga que hacer Locución sólo para aprender a usar mi voz para no quedarme disfónica"...

Aún trabajando en una agencia de viajes, retomé mi entonces abandonada página de Instagram, esa que usaba para tirar datos de color sobre nuestra hermosa Argentina y para promocionar visitas guiadas. Visitas que hago trabajando de manera extra, independientemente de la agencia de viajes.

Lo revisé todo de nuevo. Me dio tanta pena haberlo dejado tanto tiempo, y terminé leyendo su descripción, justo debajo de mi foto de perfil sonriente en la montaña: "Mi sueño es poder mostrar Argentina a todo el mundo". Recuerdo que había escrito con mucha ilusión estas palabras. Palabras de un Instagram que, cabe destacar, la inauguré acostada con la compañía de Él, y Él me empujó un poco a hacerla.

Ambicioso sueño... ¿En dónde había quedado? Todo lo que me había pasado encegueció todo mi panorama. Realmente no había tenido esperanzas para retomar ninguna actividad... pero esta vez fui determinante, y me decidí.