Debo reconocer que tengo este trastorno desde antes que me lo diagnostiquen hace sólo un par de años. Él me conoció así, en su momento me aceptó así, y hasta me amó así a pesar de que este fuera un "defecto" bastante difícil de afrontar conmigo: "la novia llorona y sensible". Tal vez así era visto desde afuera.
Sin embargo, reconozco también que he hecho cosas en pos de no tener lugar en mi cabeza para pensamientos feos. Me di cuenta de que siempre me llené de actividades, cursos, carreras... Todo para siempre tener algo qué hacer. Para no pensar.
Bueno. Creo que ahora me está pasando de nuevo.
Luego de un par de años como guía de turismo, noté que necesitaba algo para no quedarme disfónica luego de varias visitas guiadas. Algo estaba haciendo mal y necesitaba corregirlo. Había tenido clases de oratoria pero no me sirvieron; teatro no tenía ganas de hacer... así que pensé en locución.
En marzo de 2021 (ya separada de él, pero aún sin saber que él ya estaba en pareja de nuevo) intenté ingresar al ISER para esta carrera. Según me habían contado, esta institución tiene a los mejores locutores egresados del continente. Están exagerando —pensé—, pero investigué, y realmente era un lugar de prestigio. Así que me anoté, y me presenté sin preparación alguna.
Pasó lo que supuse: la exigencia del prestigioso lugar me bochó con un 2 ante semejante ocurrencia.
El 2021 transcurrió y se fue haciendo todo cada vez peor hasta que intenté suicidarme en julio. Recuerdo haber llorado en el hospital al despertar por no haberlo logrado, pero la ayuda de mi psicóloga, mi psiquiatra, mi familia y amigos me hicieron entender en ese momento que si sigo acá es por algo, y que tengo características propias que hacen de mí "una mujer digna de dejar una huella en esta Tierra". Así me lo dijeron.
Fue así que lo pensé mejor: "Tal vez no tenga que hacer Locución sólo para aprender a usar mi voz para no quedarme disfónica"...
Aún trabajando en una agencia de viajes, retomé mi entonces abandonada página de Instagram, esa que usaba para tirar datos de color sobre nuestra hermosa Argentina y para promocionar visitas guiadas. Visitas que hago trabajando de manera extra, independientemente de la agencia de viajes.
Lo revisé todo de nuevo. Me dio tanta pena haberlo dejado tanto tiempo, y terminé leyendo su descripción, justo debajo de mi foto de perfil sonriente en la montaña: "Mi sueño es poder mostrar Argentina a todo el mundo". Recuerdo que había escrito con mucha ilusión estas palabras. Palabras de un Instagram que, cabe destacar, la inauguré acostada con la compañía de Él, y Él me empujó un poco a hacerla.
Ambicioso sueño... ¿En dónde había quedado? Todo lo que me había pasado encegueció todo mi panorama. Realmente no había tenido esperanzas para retomar ninguna actividad... pero esta vez fui determinante, y me decidí.
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