jueves, 4 de febrero de 2010

El que quiere celeste...

Mi tercer día en la facu fue lindo, particular. No estoy diciendo que los dos días anteriores fueron re chotos peeero, digamos que mi estado de ánimo siempre influye en cómo vea las cosas. Bueh, hoy anduve mejorcita, me gustó mucho y anduve con más ganas.

Desde el Martes me estoy econtrándome con mi Señor para ir juntitos () hasta la facu (sí, él también va a la UNLa, nada más que en audivisión, en el edificio más lindo de todos ¬¬).

- A las 8.35 te espero en Banfield, Liza.

Joya.
Había llegado a la estación a las ocho, cosa que se traduciría como que a las 8:10 como mucho estaría en Banfield... demasiado temprano.
Dejé pasar un tren a esa hora (llegué y el tren lo hizo también), total vienen cada diez minutos... y el otro tren lo hizo, a las ocho y cuarto más o menos vino el siguiente, pero por alguna razón noté una particularidad: Era demasiado temprano para mi gusto todavía. Sin embargo el tren se quedó más o menos unos tres minutos parado, con una de las puertas abiertas frente a mí, que estaba sentada en uno de los bancos fríos. La gente me observaba como diciendo "¿qué hacés que no te subís?".
Miré la puerta, miré la hora en mi celu también. "Pero es muy temprano...". Lo dejé pasar. Apenas el tren salió de mi vista y volví a revisar el horario. Eran y veinte... me quedé algo "preocupada".

En medio de la espera se largó un diluvio de la putísima madre (y créanme, las lluvias así en estaciones de zona sur SON JODIDAS). El techo goteaba a chorrones y mi asiento se empapó. Intenté refugiarme en el marco de una de las puertas de los chanchos, no sé qué era, y la gente me miraba con cara de "qué pelotuda que sos": del marco también salían chorrones, no tenía salida a menos que quisiera empaparme.
No tuve opción cuando uno de los chanchos quiso salir y me llené los hombros de chorros de agua bien gruesos. Eran y media y tren estaba llegando, tenía que actuar rápido porque era una odisea subirse si estaba lloviendo así y te querías mojar lo menos posible.

Eran nueve menos veinte, estaba llegando a Banfield y me pareció raro que Señor no me mandara ningún mensaje. Tal vez está viajando también y entonces no me avisa hasta cuando llegue -pensé. En efecto, cuando arrivé a la estación no vi a nadie sentado esperándome... pero al irse el tren fue gracioso encontrarlo en medio del andén vacío, buscándome.

- Te estaba mandando un mensaje, no te ví - le dije, dándome cuenta de que Él había llegado antes que yo.
- No tengo crédito -Ahá, con razón.

Eran menos cinco y apenas estábamos llegando a la entrada de la Universidad con el terreno más grande por recorrer (llegar a tu edificio de clases te tomaba otros diez minutos).

- Este es tu edificio - me guió él.
- Ah, ¿en serio?
- ¡Te tengo que guiar hasta TU edificio! - se me burló.

Me acompañó hasta mi salón de clases y... bueh, y les cuento después lo que me pasó porque me tengo que ir porque si no, hoy llego tarde de nuevo. Lo que sí les digo es que fue lo más gracioso y bochornoso del día, ja. ¿ustedes qué se imaginan? (a los que lo saben, NO LE PINCHEN EL GLOBO A LOS QUE NO porque cobran).

Hasta luego.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"Aula. Se dice aula, no salón", me dijo de mala manera un pibe en mi primer año, cuando yo como loco buscaba desesperado (porque también llegaba tarde) el lugar indicado.
Me acordé de eso cuando vos dijiste justamente "salón". Qué lindo que te acompañe.

Anónimo dijo...

hola!! jajaj por dios!! que desencuentros jajaj!!! wow estas estudiando en la UNLP?? yo entrare ahi el año que viene!!!!

quiero saber como sigue la cosa...aunqeu ya me imagine ¬¬
jajaj


un besote enorme!!!

Florencia dijo...

jaja la verdad que ni idea que te habra pasado, quizas algo con un algun profesor.bueno,voy a estar esperando para que cuentes :) besoo

Anónimo dijo...

¡Me quedé con la intriga!
Un beso grande :]

P* dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.