No fue la primera vez que me pasó. Siempre me propongo a salir a las siete para llegar a la estación antes de las 7:30 tomarme el tren tranquilita. Pero DE NUEVO dejé pasar el tiempo, y eran 7:15 y yo apenas estaba llegando a ponerme el abrigo para salir.
Ponele que eran las 7:25 y yo bajé del colectivo. Rápidamente caminé hacia las vías y la pequeñez de mis pies talle 36 entorpecían mis apurados pasos. "Camirré" hasta la fila de cinco cuadras (¬¬) que había para sacar boleto, y entre la muchedumbre de gente apurada, divisé unas facciones conocidas que salían de la boletería. Miré por inercia, luego observé con más detenimiento con ojos sorprendidos y volví a sacar mis pupilas de su camino. Todo en menos de un segundo.
En el momento que lo ví, una mezcla de sensaciones que rozaban el nerviosismo y terminaban en incomodidad me hicieron transpirar las manos. Quería salir del apretujón y aunque no quise mirar para evitar el posible bochorno de chocar miradas embroncadas, me dí cuenta de cómo se acercaba. Rozó mi brazo izquierdo empujándolo, y no fue necesario que haga más porque me separé al instante, casi por acto reflejo.
Y así, habiéndome empujado, siguió de largo, como si no notase mi presencia. La campana que avisaba que el tren llegaba empezó a sonar, y retomé el apuro por llegar al andén. La muy simpática chica de cara enculada me dio el boleto y caminé rápido para alcanzar el chúchu. El eléctrico llegó, me subí... no lo volví a ver.
Ahora lo que yo replico es: La educación se fue al carajo, ¿no? Sé que me tendría que chupar un huevo igual, pero me jode MUCHO que la gente pase como si nada, como si no existieras. Peleas, puteadas, no nos podemos ni ver, todo perfect. Pero al menos un "Cómo estás"... en fin. El día me recibió a full.
1 comentario:
Re de acuerdo con vos eh :/ se ve que nos pasa más o menos lo mismo.
Saludos!
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