"Liz, tengo que decirte algo".
Dios, qué frase más espantosa. Ya me había tapado la cara con las hojas que llevaba en las manos. A pesar de que no tenía ni idea de lo que ibas a decirme, mirarte a los ojos me alcanzó para saber que era algo importante. Lo sabía por tu mirada: Podés decirme lo que sea, pero tu mirada nunca me mintió, amiga.
Sabía que era algo serio para mí y eso me asustaba, porque sabía también que la forma en que "decís cosas serias" es tan cruda y fría que en cierto sentido -inconscientemente tal vez- no quería saberlo.
"Tal vez yo no tenga derecho a decir nada porque no la conozco, además es sólo una opinión (En ese momento me pareció raro que no fueras directo al grano, jaja) pero una amiga que realmente es una verdadera amiga, debería tener códigos".
Me dejaste pensando, como siempre. Porque es verdad... códigos entre verdaderas amigas sí que las hay.
Sin embargo no sé. Vos sabés todo lo que está pasando por mi mente y sabés como me siento. Lo sabés todo. Sos la tercera persona que lo sabe todo (Tuto y Romi son los otros dos, como bien sabés también, je).
Sabés que me siento muy preocupada, y sin embargo también me entendés demasiado...
"No sé si vos sos demasiado buena e inocente o si yo soy la más jodida". Tenés razón, tenés razón en casi todo: Yo tampoco lo sé.
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