No sé si cada vez que leyó un post mío fue porque hizo alguna tramoya para recibir notificaciones para ver cuándo publicaba en este blog.
No sé si fue que entraba cada tanto para ver si de casualidad encontraba qué era de mi vida en su ausencia, o si simple y casualmente encontraba un post nuevo justo cada vez que entró.
No lo sé. Nunca voy a saberlo. Pero más allá de las cosas que siento, que sigo sintiendo, quiero seguir alojándolas en este espacio que alguna vez fue de él porque su recuerdo también forma parte de mi presente, y lo quiero conservar. Este lugar, junto a mi terapeuta, es el único donde puedo sentirme transparente al 100%, sin miedo a que me juzguen. Puedo sentirme vulnerable, sin miedo a que me lastimen.
Tuto había sido la primera y única persona con la que me había animado a exponerme por completo, con total confianza y sin reservas al amor. Por profundo amor, el más puro e inexplicable amor que una persona puede sentir por alguien, le mostré mi vulnerabilidad a flor de piel y abracé sus manos para poner mi corazón allí, totalmente enamorada, totalmente segura de que me cuidaría.
Pero terminé tan lastimada (sé que él también, y lo siento), que las heridas aún siguen abiertas y sangran con cada latido.
Así que este blog es prácticamente mi vida entera. Como él lo ha sido. Lamentablemente él ya no forma parte de mi presente hace mucho. Ya pasó un tiempo considerable. Y tiene otro corazón en sus manos.
Voy a guardar estas lágrimas y este corazón en este blog, que nació junto a la hermosa ilusión de que Tuto sería el hombre de mi vida.
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