martes, 17 de febrero de 2015

Vestigios de cosas pasadas. Parte 2.

Me di cuenta de que todo aquello que llamo "reliquia", apareció en mi vida y tuvo lugar en lo que, me animaría a decir, fue la etapa más linda de mi vida.

En ese momento yo estaba terminando una etapa. Corría el año 2009 y era mi último día en Bariloche junto a mis compañeros del colegio. Emocionada y nostálgica en una cabaña, rodeada de amigos, no paraba de pensar en lo poquito que faltaba para ir a Buenos Aires y volver a verlo. Tantos días habían pasado ya sin un abrazo suyo...

Liza, ah, ¡ahí estás! -exclamó casi a gritos una de las mamás que nos acompañó, al encontrarme entre el junterío de gente. Estaban repartiendo cosas para todos los chicos. Parecían cartas, o algo así... Nena, Dios mío siguió ella. Casi nos morimos cuando tuvimos que imprimir semejante cantidad de papel sólo para vos.

Yo no entendía nada. La señora había subido tanto la voz "retándome", que todos los que estaban cerca se voltearon, curiosos, para ver de qué se trataba todo eso.

Agarré la pila de hojas dobladas por la mitad que la mamá me dio. Mi nombre estaba escrito con lapicera en ella, y mis amigas, que ya tenían sus cartas, me miraban expectantes.

Cuando abrí la pila de hojas, pude ver que la primera carilla era una notita de parte de mi familia; en la segunda carilla había una linda y colorida carta de mi hermana mayor. Ambas escritas por computadora y deseándome suerte en mi vida. Que ojalá que la haya pasado bien en el viaje y demás cosas clichés. Pero cada carta empezaba y terminaba en la misma carilla... Entonces, ¿por qué tanto escándalo? ¿ Por qué tantos papeles?

Cuando volteé a la hoja siguiente, me dí cuenta...

¡Aahhhh, noooo dijeron, casi a coro, todos los que pudieron ver conmigo. Corría las hojas, volteaba las páginas, y todas pertenecían a la misma carta. Casi interminable.

Boluda, ¿de quién es esa carta? preguntó una de mis amigas, tan sorprendida como yoJodeme que de...

... Sí. Supe que era de Él apenas vi la primer página. Reconocí su forma de escribir, incluso la fuente que usaba cada vez que escribía algo en la PC. Pude ver frases en negrita, en cursiva, paréntesis y corchetes. Su perfecta ortografía, su gran redacción... Era Él. La razón por la que quería volver a Buenos Aires desde que llegué a Bariloche me había tipeado una carta de veintidós hojas. Sólo para mí.

La emoción me desbordó, y antes de que pudiera llegar a leer apenas una frase, mis amigas, admiradas, sorprendidas y eufóricas, me la quitaron de las manos al mismo tiempo que yo agarré mi celular para escribirle un mensaje de texto, totalmente conmovida e incrédula.

Recuerdo que esa noche sólo dormí media hora. Tenía un sueño acumulado de once noches seguidas y ni siquiera eso había sido más fuerte que mis emocionantes ganas de leer esa carta. Mi carta... Era una especie de diario íntimo suyo, escrito desde el día en que me había ido de viaje hasta días antes de que yo volviera. Literalmente era un diario íntimo. Me contaba todo lo que hacía y pensaba mientras yo no estaba, incluso con horario incluído. No paré de leerlo hasta el final, totalmente enamorada de Él.

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La palabra "último" protagonizó varias escenas ese año. Último día en mi viaje de egresados, último año en la escuela... y esa fue la primera y última carta que Él me había escrito en todo nuestro noviazgo. ¿Cómo no iba a volverse una reliquia?

Algunas veces, todavía la sigo leyendo. Lo tengo bien a mano guardado en una carpeta dentro de mi placard. Llámenlo masoquismo si quieren... si leer algo que formó parte de la etapa más linda de tu vida es masoquismo, entonces me declaro una sádica.

Pero sí, también reconozco que está mal lo que hago. Está mal porque yo me pongo mal. Porque es como que cada vez que lo leo no puedo creer que lo haya escrito la misma persona para la que sé que ya no significo nada en su vida. Me cuesta caer en al idea de que esa misma carta que tan feliz me hizo leer, ahora no represente nada de nada. Mientras lo leo es como si quisiera hacerme la ilusión de que todo lo escrito sigue siendo cierto... pero después sé que ya no. Y quiebro.

Y sé bien qué es lo que se tiene que hacer con las cosas que a uno le hacen mal. Sé lo que tengo que hacer con todas estas "reliquias", que reflejan cosas que ahora sólo son sombras casi inexistentes de algo que ya pasó... pero no tengo el coraje suficiente.

¿Pero cómo hago? ¿Cómo hago para deshacerme de todo esto y finalmente olvidarme de vos...?

El alma se me hace un nudo en la garganta de sólo pensarlo. Me ahogo.

"Pensar que algunos se preguntan cómo reconocer al amor, cómo puede saber uno cuándo está realmente enamorado… yo creo que no necesito más pruebas."

Juro que a veces siento que no puedo más. Quiero dormirme para siempre.

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