"Pero Athena siguió, como si no me escuchase:
- Sólo soy feliz cuando pienso que Dios existe y me escucha; eso no basta para seguir viviendo, y nada parece tener sentido. Intento mostrar una alegría que no siento, escondo mi tristeza para que no se inquieten los que tanto me aman y se preocupan por mí. Pero recientemente he considerado la posibilidad del suicidio. Por la noche, antes de dormir, tengo largas conversaciones conmigo misma, y pido que se me vaya esta idea de la cabeza: sería una ingratitud hacia todos, una fuga, una manera de expandir tragedia y miseria por la tierra. Por la mañana vengo aquí a pedir que me liberen de los demonios con los que hablo por la noche. Me da dado resultado hasta ahora, pero empiezo a flaquear. Sé que tengo una misión que he rechazado durante mucho tiempo, y ahora debo aceptarla.
Esa misión es ser madre. Tengo que cumplirla, o me voy a volver loca. Si no puedo ver la vida creciendo dentro de mí, no podré aceptar la vida que está afuera."
Es un fragmento de "La bruja de Portobello", de Paulo Coelho.
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