Me cuesta reconocer que el hombre que conquistó mi corazón ahora no va a compartir nada más conmigo. Me cuesta dormir por las noches, y aunque suene enfermizo, a veces hasta siento escuchar tu voz, cerca de mis oídos... es lo único que me reconforta.
Lo único que quiero que sepas es que jamás quise ni quiero ser algo indeseable en tu vida. Simplemente te doy las gracias por haber marcado mi vida, por haberme hecho sentir las cosas que nadie me pudo hacer sentir jamás, y por haberme hecho pasar los años más hermosos que alguien me haya podido regalar.
Siempre vas a estar en mi corazón, y siempre vas a encontrarme en cualquier lugar en el que hayamos estado antes, juntos.
Hasta siempre.
En ese momento, tan sólo en ese momento, se me vino nuestra vida entera a mi cabeza, en menos de un segundo. Fue como estar en el lugar de ella, como ser su propia alma dando sus últimos susurros de agonía.
Habíamos compartido demasiadas cosas como para no sentir nada de nada. Recordé entonces el primer día que me saludó, sus mejillas levemente rosadas cada vez que le decía lo linda que era.
Recordé sus caricias, su risa contagiosa y sus abrazos. Sus manos siempre tibias, su voz dulce y sumisa.
Recordé el día en el que fue la única que me salvó al caerme, la única que me consolaba cuando me sentía mal... su sonrisa y sus ojos brillosos al decirle cuánto la amaba, su perfume dulce y penetrante, su pelo largo. El gustoso sentir del primer beso, su aliento, su cuerpo, su piel blanquísima.
En ese segundo no pude dejar afuera nada. Recordé hasta el día en el que muy estúpidamente le dije que no quería que existiera en mi vida. Sus ojos ahora anegados. Su sonrisa desaparecida.
Pero no, ahora era yo el que lloraba en medio de la calle, de la multitud.
Esa misma mañana me había llamado diciendo que necesitaba hablar conmigo. Yo no quería escucharla. No sé, me sentía un insensible, el hecho de que estuviese llorando no me afectaba en nada.
Optó por irme a buscar al trabajo. Mala elección.
Discutíamos en plena calle, sobre una esquina. Ella ya no soportaba su llanto, yo no sabía que hacer para calmarla.
- Te necesito para respirar. - Era lo único que me repetía.
Ahora seguir escuchándola me hacía peor. Con suerte pude agarrar el semáforo casi en rojo, y crucé, quedándose ella donde estaba.
No quise mirar atrás, y entonces... escuché el ruido ensordecedor de una frenada. Un golpe seco.
La imagen fue desastrosa. Me dí vuelta y estaba ella postrada en el piso, con sus ojos entreabiertos. Un auto delante de ella con el parabrisas roto, y su cabeza, comenzando a sangrar.
Corrí a buscarla. Recordé cuando ella, en tercer grado, mientras todos los demás se fueron, fue la única que ayudó a levantarme, habiéndome yo tropezado.
Tomé su mano. Aún respiraba, pero sus ojos ya no brillaban.
- Te necesito para respirar.
Me dio una pequeña carta, sus manos seguían tibias. Y a pesar de que ya no me veía, me siguió observando... sus ojos nunca pudieron ser más hermosos.
5 comentarios:
Liz te juro que en primera instancia me imagine otra cosa, la empezar a leer pense que se trataba de vos :S.
imagine que Tuto te había dejado :S:S:S, posta pense eso sinceramente en los primeros parrafos y después al leer más a bajo me di cuenta que no era así, que suerte XD.
aaaaaaaaaa después me decis que voy a ganar yo el concurso literario=P. dale boluda me ganas por goliada , soy un poroto al lado tuyo XD.
dice que cada uno posee una virtud y la tuya esta adelante tuyo, sos muy perfecta en lo que puede a barcar esa palabra realmente con respecto a la narración y obviamente el dibujo.
te quiero demasiado amiga
me encanto el final, más la parte del choque jaja re morbosa era, na me gusto mucho =)
nos vemos mañana ;)
pri como de costumbre.
Yo también me empecé a preguntar si la había dejado =P.
Ay por favor... me erizé como pocas veces me ha pasado... que cosa más hermosa por Dios, todavía me recorre el escalofrío...
Qué lindo!
Sencillamente...precioso
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