lunes, 22 de septiembre de 2008


Era una noche abierta y clara, yo permanecía sentada en un rincón del parque... Todo estaba en silencio, podía escuchar mi propia respiración mientras pensaba en mil cosas, pero algo perturbó mi silencio. Te vi aparecer desde lo lejos; caminabas cabizbajo y lentamente; Cuando estabas más cerca, pude ver unas lagrimas que mojaban las comisuras de tu boca y rodaban también por tu pera. Te sentaste en un banco, cerca de donde yo estaba, pero no te diste cuenta de mi presencia. Te qedaste ahí sentado, sumergido en tu propio mar de dudas, de agonías, de tristeza... Quise acercarme y hablarte, escucharte, preguntarte... Pero no me atreví. Desde ese día nos hemos encontrado varias veces, unas por casualidad y otras no. A veces te sigo, sin mala intención, sólo me gusta observarte. Te miro desde la sombra... Y sin embargo sigo siendo invisible para vos. Inconsciente, te busco. Sigo tus pisadas cuando intentás saliir de este mundo, aunqe vos no te des cuenta, aunque no te fijés en mi. Siempre vas a tener mi mirada, paciente. Lloro por las noches por no poder conocerte. Pero en realidad conozco tan bien tu mirada, esos ojos tristes. Inconfundibles.Y tus labios, prohibidos y sellados. Mudos ante la gente qe no tiene luz para entender tu palabra. Entiendo tu silencio como si fuesen gritos desgarrados directos a mi cabeza. Comprendo tu tristeza como si fuese mía propia. Escucho tus palabras, atentamente... Siento tu angustia tan dentro de mí. Tus latidos son mis latidos... Buscáme si algún día sentís mi ausencia. Voy a estar en cualquier sitio en el qe vos hayas estado antes; Voy a estar quieta, mirándome en el reflejo que producen tus lágrimas.

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