Este fin de semana vi algo que me dio parte de la esperanza que necesito para seguir viviendo sin estar a tu lado. No porque quisiera olvidarte, mucho menos porque quisiera rehacer mi vida sin vos, sino porque esto me hizo pensar en que necesito quererme un poco más y tratar de empeñarme en sentirme bien conmigo misma durante y después del tiempo que llegue a durar todo esto, desde ahora.
Me conozco, vos muchísimo más, y los dos sabemos que proponerme esto es una meta muy difícil para mí... pero quiero creer que no es imposible. Cada vez estoy más convencida de que dentro de mí guardo todo lo que necesito para mi propia felicidad, de que en mi esencia llevo la clave exacta de mi propio éxito, de que nací para dar lo mejor de mí todos los días. Quiero convencerme de que soy lo mejor, no por vanidad, sino por un respeto sano hacia todo lo que soy y lo que me conforma. Porque... ¿cómo podría llegar a quererte como quiero y como te merecés, si primero no me quiero a mí misma? ¿Cómo podría ofrecerte lo mejor de mí si no termino de reconocer cuáles son mis verdaderas virtudes?
Y lo sigo afirmando: reconozco que es difícil, dificilísimo encontrar algo positivo teniendo tantos pensamientos negativos acechándome y persiguiéndome... pero a pesar de que las lágrimas en exceso son dañinas para cualquiera, sigo considerando que son sanas de vez en cuando... pensé en eso hoy a la tarde cuando necesité llorar un poco. Después de días tragándome esas gotitas, de tratar tanto tiempo de mantenerme sonriente y contenta, las lágrimas me sorprendieron mientras estaba sola, en mi pieza. Y fue reconfortante, ¿sabés? Lo fue porque fue en ese preciso momento cuando aproveché a decirte que te amaba, sin decírselo a nadie en realidad, lo sé... pero diciéndolo. Un "te amo, mi amor" que me di cuenta que necesitaba sacar de mi garganta desde hacía mucho; un "te amo" en voz muy bajita en medio de suspiros, que nadie escuchó, y que vos al final no supiste ni pudiste oír... pero que finalmente pude decir. Como si alguna especie de mensajero te lo mandara en forma de encomienda, como si en ese mismísimo segundo, de repente, la telepatía fuera tu mayor virtud y pudieras visualizar esa oración en tu mente: "Te amo, mi amor".
Eso fue lo que me tranquilizó, la ilusión pretender que tuve alguna conexión con vos, de imaginarme que pude hacértelo saber de alguna forma...
Después de todo, eso es lo que necesito, sentirme bien. Que me veas bien cuando nos cruzamos, hacerte bien cuando nos abrazamos, contagiarte el bienestar. Para eso quiero servirte... porque vos la razón de todo lo bueno que quiero ser.
lunes, 15 de octubre de 2012
miércoles, 10 de octubre de 2012
Una vez le conté que los sueños expresan deseos
Me estoy sintiendo más sensible que de costumbre, creo que estoy por enfermarme.
Anoche volví a notarlo frío y sin ganas de hablar. Traté de ser cálida a pesar de lo poco que pude decirle, y muerta por seguir hablándole me despedí, y decidí por tratar de dormir.
Ya a la madrugada, sin embargo, por más que moría de sueño, no pude volver a dormirme. Mi almohada se humedeció un poco. Sin que me dé cuenta, sin querer, otro par de lágrimas se me escapó de los ojos por culpa de mis pensamientos.
Creo que es como algo rutinario. Es como que necesito de Él para recuperar algo de fuerzas y de sonrisas... y un momento después, cuando vuelvo a estar sola, después de ese ataque de felicidad en donde nada malo existe y donde estoy segura de que puedo contra todo; cuando Él ya no está y cuando creo que a pesar de eso ya estoy mejor; cuando creo que ya puedo seguir, paulatinamente voy sintiéndome con menos ganas, más triste. Al pasar el tiempo no vuelvo a encontrar su fuerza y me debilito.
Dos veces soñé con Él después de aquél llanto. En un sueño me abrazaba sonriendo con esperanzas (ese tipo de esperanzas que nos haría felices a ambos), y en el otro me decía que me amaba.
Y yo todos los días tengo ganas de decirle eso, de preguntarle cómo se siente y de verlo, de contarle lo que sueño, de mostrarle en lo que me convertí y de contarle lo que fue mi día. Todos los días. Pero no lo hago... no por orgullosa, mucho menos por desinterés, sino porque tengo miedo, no sólo de molestarlo, sino de que sus contestaciones frías me hagan sentir peor, como anoche... como un montón de veces.
Y sé, reconozco y acepto que su frialdad forma parte de su personalidad a veces. Estoy segura de que así y todo lo amo y de que lo adoro con todo mi corazón, y sé que Él también a mí, por más que hace tanto que no me lo dice... Pero es horrible pensar en que, a pesar de que en cierta forma soy correspondida, no puedo demostrárselo como quiero.
Donde sea que estés, sea lo que sea que estés pensando: Te amo, sos el amor de mi vida. Nada, eso.
Anoche volví a notarlo frío y sin ganas de hablar. Traté de ser cálida a pesar de lo poco que pude decirle, y muerta por seguir hablándole me despedí, y decidí por tratar de dormir.
Ya a la madrugada, sin embargo, por más que moría de sueño, no pude volver a dormirme. Mi almohada se humedeció un poco. Sin que me dé cuenta, sin querer, otro par de lágrimas se me escapó de los ojos por culpa de mis pensamientos.
Creo que es como algo rutinario. Es como que necesito de Él para recuperar algo de fuerzas y de sonrisas... y un momento después, cuando vuelvo a estar sola, después de ese ataque de felicidad en donde nada malo existe y donde estoy segura de que puedo contra todo; cuando Él ya no está y cuando creo que a pesar de eso ya estoy mejor; cuando creo que ya puedo seguir, paulatinamente voy sintiéndome con menos ganas, más triste. Al pasar el tiempo no vuelvo a encontrar su fuerza y me debilito.
Dos veces soñé con Él después de aquél llanto. En un sueño me abrazaba sonriendo con esperanzas (ese tipo de esperanzas que nos haría felices a ambos), y en el otro me decía que me amaba.
Y yo todos los días tengo ganas de decirle eso, de preguntarle cómo se siente y de verlo, de contarle lo que sueño, de mostrarle en lo que me convertí y de contarle lo que fue mi día. Todos los días. Pero no lo hago... no por orgullosa, mucho menos por desinterés, sino porque tengo miedo, no sólo de molestarlo, sino de que sus contestaciones frías me hagan sentir peor, como anoche... como un montón de veces.
Y sé, reconozco y acepto que su frialdad forma parte de su personalidad a veces. Estoy segura de que así y todo lo amo y de que lo adoro con todo mi corazón, y sé que Él también a mí, por más que hace tanto que no me lo dice... Pero es horrible pensar en que, a pesar de que en cierta forma soy correspondida, no puedo demostrárselo como quiero.
Donde sea que estés, sea lo que sea que estés pensando: Te amo, sos el amor de mi vida. Nada, eso.
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