jueves, 29 de marzo de 2012

Sola.

Hace un rato contemplé esos ojos hinchados en el espejo, e intenté recordar cuándo fue la última vez que lloré así. No recordaba tales dolores, y aunque sea traté de acordarme de la última lágrima que se me escapó, una lágrima chiquita, leve, imperceptible... no podía creer que haya pasado tanto tiempo, que no me acuerdo.

Y sin embargo acá estoy, después de tanto tiempo, volviendo a quedarme sin aire por tragar este veneno que se acumula todos los días adentro de mi cuerpo. Y es horrible, porque son sensaciones que trato de no demostrar, de controlar, de las que intento deshacerme todos los días. Es algo que no puedo disimular, que me cuesta demasiado contener, y ya no lo soporto, no sé cuánto tiempo más podría mantenerlo.
Hoy intentaba cenar y sentía cómo mi garganta no dejaba pasar la comida... Era como una congoja que no me dejaba contener las lágrimas, una puntada que sentía en la nuca, en las sienes, como una presión insoportable en el pecho, ardor constante de ojos...

Y es una tortura, porque siento que tampoco encuentro palabras para expresarles lo que me está pasando a las personas que me rodean. Todo el tiempo me siento como la estúpida que se cola en las reuniones, que podría llegar a estorbar en cualquier lado. Me siento de más en todas partes, nunca sé de qué hablar por miedo a lo que puedan llegar a pensar, ni tampoco me animo a decirle a la gente que ME QUIERE lo que me pasa, porque pienso en que mis idioteces son cualquier cosa, que no valen nada a comparación de los problemas que tienen ellos... Y SÉ que lo que me está pasando NO está siendo normal, y estoy desesperada, ya llegué al punto de la desesperación, porque realmente no sé qué hacer al respecto, no encuentro más alternativa que callar todo siempre, y por más que esté rodeada de un montón de gente, me siento total y completamente SOLA.

1 comentario:

pilar dijo...

No es un sentimiento anormal. Yo sé lo que es. Aprender a vencer esa barrera es muy difícil. Mi mamá me enseñó que la gente no es adivina, si vos no les decís que estas mal, no tienen por qué saberlo. Animate a dar el primer paso, siempre hay un oído para contarle cosas y un hombro para llorar. Si no demostrás lo que sentís la gente nunca se va a enterar. Pensalo.