viernes, 26 de febrero de 2010

Estoy cansada.

Por el título tal vez piensen que soy como la Gata Flora, que no me gusta nada y que soy la más quejosa.
Puede ser que en lo más remoto de su opinión (?) tengan rázón... siempre quise comenzar con esto de la facu, pero extraño estar siempre pendiente de mi blog, tener largas horas libres... estar largo tiempo sin que mi mente trabaje a full, mejor dicho.

Pero ya lo dije, el que quiere que le cueste, y ahora que mi parte vaga e irresponsable se joda y desaparezca porque yo quiero ingresar a la facu como sea, con la casi imposible nota más alta de todos los exámenes entre 700, pero COMO SEA.

Así que disculpen por mi colgadez y desaparición, no piensen que me olvidé de mi casitavirtualdelblog, lo que pasa es que la universidad me tiene secuestrada (?).
Gracias otra vez por sus fimitas alentadoras, por sus ganas de que todo salga bien, por sus tiradas de suerte y su apoyo, de verdad que me hacen bien y las necesito... porque esas son las principales bases para seguir teniendo ganas de seguir adelante, a pesar de que a veces piense que no puedo, como lo hago usualmente =/.

¡Gracias de nuevo! Y lo prometido es deuda, eh?: Cuando me libre de todo esto prometo ponerme al día con ustedes :)

martes, 23 de febrero de 2010

Me encontraste para algo.

Hace dos años atrás a esta hora todavía era una chica distinta a la de hoy, y este día a la mañana me había despertado asustada, con una sensación rara en el pecho, una angustia que ya no daba ganas de llorar pero sí seguía tocando lo más profundo de mí.

- Liz, la fiesta se pasa a las diez de la noche. ¡Te espero!

Era raro, de verdad que lo era. A veces reconozco tener esa cosa de intuición y estaba segura de que en ese momento no era uno más del montón: Tenía la sensación casi segura de que algo iba a pasar esa noche...
"Liza, hace un montón que no lo ves, no te podría afectar tanto ahora, ya fue". Era el único razonamiento que me repetía cada vez que me venía la sensación rara mi pecho tremendamente latiente.

Y Él fue. Llegué y la razón de todo los llantos que duraron meses estaba ahí, frente a mí. La causa de mis últimas e inolvidables angustias me saludaba, me hablaba sonriente. De mi pecho antes procupado salió un gran suspiro de alivio al darme cuenta de que casi no me afectó verlo de nuevo...

Pasaban las horas, el hecho de que no haya visto a mis amigas por tanto tiempo hizo que disfrutara mucho más de la fiesta, no había motivo alguno para no hacerlo. Y entonces fue ahí cuando lo ví por primera vez.

En plena fiesta de disfraces atrajo mi mirada con su ambo de médico. Fue una vista de un segundo pero por alguna razón nunca dejé de espiarlo de reojo desde entonces. Había algo en esa persona que me atría, que no me dejaba de atrapar. Mi miedo de la mañana desapareció e incluso dejé de prestar atención a esa persona que nunca mereció mis lágrimas. Ahora la extraversión del médico me hacía tener ganas de hablarle, a cada rato pensaba en que sería agradable poder tener una conversación con él... no por gustarme físicamente sino porque realmente parecía ser buena persona y a pesar de que sabía que no me animaría a acercarme, hubiera sido lindo entablar algo. Hacer sociales.

¡Y menos mal que su extraversión fue lo que más me atrajo! Al poco tiempo de haber llegado noté que se sentó a mi lado y la charla comenzó, siguió por horas y al pasar los días el contacto se mantuvo hasta que me dí cuenta de que ÉL realmente me gustaba, que incluso lo quería, que me encariñé demasiado rápido, que no podía estar una hora entera sin saber de Él.

No puedo creer que ya hayan pasado dos años...
Amor, gracias por haberme encontrado (y lo sigo así porque como sabés bien, yo no me hubiera animado a acercarme) y por lograr que olvide todas las cosas feas que viví antes de que te conociera. De verdad tenía miedo de enamorarme de nuevo, pero me demostraste que estar al lado tuyo vale la pena. Marcaste un antes y un después en todo mi contexto, cambiaste mi forma de sentir, de ver las cosas. Realmente lo hiciste.
Te amo mucho más de lo que podría demostrarte.

lunes, 15 de febrero de 2010

Mi peor virtud

"Liza, sos demasiado buena"; "Liz, qué lindo que seas tan comprensiva y tierna"; "Liza, siempre estás para escucharme, gracias"; "Liza, tal vez no sea del todo bueno preocuparse más por los demás que por vos misma"; "Che, Liza, pará, pensá que podés discutirlo, no te quedés en el molde"; "Liza, sos demasiado buena".

Dije que iba a desaparecer por unos días, pero la verdad que no puedo soportar ni una semana entera sin contarle a "alguien" lo que me pasa, aunque sea lo más emodeprimente que haya. Es obvio que no voy a estar encerrada 25 horas al día estudiando y es muy lógico pensar en que a pesar de que tenga tanto para hacer, siempre va a haber un momento para hacer trampa y hacer lo que se me cante.

Sé que a la gente que me lee preferiría ver que siento que me está yendo bien, que estoy estudiando un montón y que estoy segura de que voy a aprobar. Sé que más de uno ve en mí a alguien con el autoestima altísimo, que siempre tiene cosas graciosas para escribir y a quien casi siempre le pasan cosas llamativas y que causan gracia.
Y tal vez sea así, tal vez tenga momentos lindos, aunque sea lo más insignificante... pero nunca me doy cuenta porque siempre voy a tener la irrefutable afirmación de que la forma en que vivas la vida SIEMPRE va a depender de cómo la mires. Yo la miro con barro en los ojos.

Y les digo, si hay algo que odio de mí es mi debilidad anímica. Esa debilidad que no te mantiene de pie dos segundos, la que hace que te quiebres a cada rato. Mi baja autoestima, mi falta de carácter, mi sumisión, mi silencio... es la peor mezcla que una persona pueda tener sobre sí.
Así que siempre es lo mismo: Trato de mantenerme de pie pero me tiemblan las piernas, se me duermen y caigo. Me lastimo a raspones enormes, me duele. Me arde levantarme, logro hacerlo con dificultad, las piernas siguen doliendo, sangran. Me tiemblan de nuevo por la fragilidad de la herida y entonces vuelvo a caer... siempre es así.

Nunca fui lo suficientemente fuerte como para sobrellevar ni la más mínima situación SOLA. Me da demasiada bronca e impotencia porque a pesar de que las cosas las quiero cambiar con todas mis ganas y aunque sé que si no me libro de esto después va ser peor y PEOR, siempre me termino cayendo con facilidad y no puedo evitar llorar de dolor. Es horrible saber que la timidez, el autoestima ausente y todas esas cosas nunca van a dejar de mortificarme hasta las venas. Me llena de rabia, siento que no puedo hacer nada, es como morirse de a poco en una agonía insoportable. Sentir que no encontrás ayuda en ningún lado, sentir que estás sola, sin nada que pueda levantarte... me da pánico, terror de mí misma.

Necesito ver ayuda de alguna parte, de donde sea. Estoy desesperada y demasiado angustiada como para poder describirlo en palabras. No puedo encontrar ningún remedio, pero estoy casanda de ser quién soy, demasiado cansada de no poder hacer lo que me gusta por estar bien con los demás. Estoy cansada de salir lastimada siempre, de ser la estúpida con la que nunca es necesario discutir porque siempre se queda callada. Me estresa no tener más remedio que llorar casi todas las noches en silencio sin encontrar una respuesta, me da bronca sentir miedo por querer estar mejor, por encontrar una solución. Soy la más cobarde que existe.

Espero que jamás se hayan sentido como me siento yo ahora. Ojalá que siempre se hayan sentido cómodos tanto con los amigos como con la pareja, la familia y USTEDES MISMOS. Ruego que nunca hayan pasado el remordimiento de pensar que por estas estupideces su pareja se cansaría, los dejaría y jamás la vuelvan a ver. Ojalá siempre encuentren la manera de expresar lo que sienten, que no se preocupen por cualquier idiotez y sepan, que a pesar de todo, pueden cambiar las cosas cuando saben que está todo mal...

... porque cuando no te pasa eso, como en mi caso, te dan ganas de no haber existido.
(Reconozco que no estoy devolviendo muchos comentarios por ahora, perdonen... es que estos días no le estoy dando tanta importancia, como verán... pero gracias por aunque sea leerme, me hace sentir escuchada en cierto sentido, je).

sábado, 6 de febrero de 2010

Tenemos un(os) problema(s).

Hay algo que debo aclarar: Esto está difícil.

El primer día de clases ya estaba desganada, como bien saben. Sin embargo estaba segura de que estaría en esa universidad en los próximos años, o sea... no me imaginaba desaprobando el examen de ingreso, ¿entienden? Estaba segura de que seguiría asistiendo allá durante los próximos años, tenía como única opción la UNLa porque no me imagino en otra universidad, ESTA es mi ideal.
Y lo sigue siendo, ¿eh? no me imagino en otra universidad porque sigo pensando en que quiero estudiar ahí el resto de los años de estudio que me quedan, pero CONSECUTIVAMENTE... no dejando de lado todo un año por haber desaprobado un examen.
Y tengo miedo.

Como dije antes, ahora sólo estoy en el Curso de Ingreso, no es que estoy estudiando ahí como estudiante nata de la Universidad, sólo soy una aspirante, como el resto que está en mi misma situación. No es seguro que entre, no es seguro que me quede a estudiar lo que me gusta...
Yo conozco varias personas que pasaron por un cuso de ingreso, conozco gente que incluso va a esta universidad (lo cual significa que aprobaron el examen) pero por alguna razón tengo más miedo del que podría haberme imaginado tener.
Ustedes dirán "Bah, pero rompete el lomo estudiando y listo" ., pero no es ese el problema, eso no es lo que más me asusta...

El primer día hablamos un poco para conocernos, y entre todos los chicos habían dos (o tres, no sé) que no habían aprobado el examen de ingreo del año pasado.

Profesora - ¿Por qué elegiste la UNLa? ¿Qué te pasó el año pasado?
Ella - Yo vengo desde Brasil a estudiar, me recomendaron la UNLa desde allá. El problema no es que haya desaprobado, es que habían tantos alumnos y tantas buenas notas que el límite que tenías que sobrepasar para poder ingresar era muy alto...
Profesora - ¿Pero cuánto te habías sacado?
Ella - Un ocho.

El cagazo me inundó el cuerpo, se me tatuó en la piel poniéndome los pelos de punta y se volcó en la sangre haciendo que sienta mis cachetes calientes, colorados.
O sea, ¡La mina se sacó un ocho (nota bastante alta en un examen universitario en el que encima aprobás con cuatro) y sin embargo no pudo entrar a la universidad! =S. Había contado también -y a esto la profe aportó información- que se tuvo que superar también el límite de ingresantes porque las notas eran muy altas (y otra vez: SIN EMBARGO ELLA NO INGRESÓ).

Este año, según nos informaron, somos más de 700 alumnos dentro de la UNLa esperando ingresar a la Universidad a estudiar Turismo. Y el año pasado, no se quiso superar el cupo de 200 (teniendo en cuenta que se superó el límite, ¿eh?) para los ingresantes definitivos.

Así que me pongo a pensar: No soy nada. No puedo. Tengo miedo. No llego.

Por este motivo voy a desaparecer unos días, tal vez unas semanas. Por lo que tengo sabido, el 12 de Marzo es el examen de ingreso, y si quiero ingresar, tengo que encerrarme y dejar de lado el ocio casi por completo... teniendo muy en cuenta la cantidad devastadora de alumnos que somos... y por lo tanto, la nota.
Tal vez algún que otro día me cuelgue acá, viendo y firmando blogs como me encanta =). Pero sé (y creo que ustedes también saben) que no me conviene si quiero ingresar. Como dije antes: "El que quiere celeste que le cueste" =(.

Necesito su apoyo, su suerte, su buena onda... la necesito porque siento que esto es peor que rendir cuatro exámenes finales juntos en el colegio. Entrar a la universidad es mi mayor ilusión desde que supe que existía, y estudiar Turismo es lo que más deseo desde que soy chiquita.... sería todo un fracaso y pérdidda de tiempo no poder hacerlo =(.

Así que empecemos desde acá: Mucha suerte Liza, y ojalá puedas ingresar a la facu con EXCELENTES (ni siquiera buenos =S) exámenes.

jueves, 4 de febrero de 2010

... que le cueste!

Ayer fue uno de los días más lluviosos del muy jovencito año, ¿no? Al menos para mí fue uno de los días más lluviosos en los que tuve que caminar al aire libre, ja.

Antes de seguir relatando lo que me pasó, voy a recalcar que los edificios que conforman la universidad donde voy son muchas y bastante parecidas entre sí. Tal es así que entonces las clasifican con nombre, entonces cada edificio tiene su nombre particular.

Bueh, como dije antes, mi Señor me acompañó a mi aula, muuy rasposamente estaba siendo puntual a las nueve y un minuto.
Edificio "Leopoldo Marechal", aula 5, comisión 13, perfecto. Saludé a mi novio rápidamente, casi sin mirarlo y apenas apretando los labios... cosa que fue en vano porque el profesor todavía no había llegado. Con mi paragüas empapado y a medio cerrar noté algo diferente: Además de que todos me miraban por mi ademán apurada y de humedad en todo mi cuerpo, mis pelos volados y mi ropa, me di cuenta también de que los asientos estaban ordenados de distinta forma, sentía que éramos menos ("ay, ¿la gente ya se pone vaga desde ahora?") y que los hombres predominaban en cantidad, siendo que antes notaba que eramos muchas mas mujeres.
Me percaté de que me miraban con rareza, estaba todo oscuro, las luces estaban apagadas.

Dejé mi paragüas chorreando en un costado del pizarrón, me saqué mi blazer húmedo y me senté en el único banco que quedaba, adelante de todo y entre dos chicos. Por un momento me sentí extraña porque el silencio quedó firme desde que había llegado. No quise mirar demasiado a los costados.

"Las chicas tampoco llegaron todavía" - pensé con un suspiro de alivio - "no soy la única impuntual". En eso recordé que mis apuntes todavía no los tenía, así que ya que estaba aprovechaba a retirarlos en la fotocopiadora de otro edificio hasta que el profesor llegara.
Me paré para agarrar mi billetera (los bancos son demasiado chiquititos para hacer algún movimiento sentada) y entre todo el silencio me seguía sintiendo observada. La oscuridad que todavía seguía me incomodó también, así que me acerqué a la puerta y encendí las luces antes de irme.

Caminaba rápido por si acaso, todos siempre me decían que los primeros días la cola de la fotocopiadora era impresionante. Al caminar todo me era muy raro: El pasillo estaba muy vacío, habían demasiados hombres. "Por las dudas voy a fijarme el nombre del edificio" - pensé por casualidad, segura de que sería inútil.
Salgo al aire húmedo y pesado. Se ve que todos estaban en clase porque no había nadie por los parques ("qué irresponsable nuestro profesor, todavía no llegó"). Voy adelante de todo el edificio, apurada por no tardar y volver a mi aula, y en la graan pared frontal veo el nombre "Manuel Ugarte". Akjdgsadgdff WHAT THE FUCK?! ¡Mi edificio es Leopoldo Marechal!

Así como ví semejante cartel di media vuelta y eché a correr. Eran las 9:10, lo primero que hice fue mirar el número de comisión en la puerta del aula, obviamente no era la mía. Entré jadeando al aula de nuevo y todos retomaron el silencio otra vez, las miradas siguieron. Por suerte todavía no había profesor.

- No es el tercer día de clases y ya me equivoco de edificio - dije entre dientes guardando todas mis cosas desordenada y torpemente y tratando de dar la impresión de chica viva que no se pone colorada. Sentí risitas por parte de algunos dentro del curso, mucho más del que tenía a mi derecha (puto, ojalá e equivoques de Universidad un día).

Corrí con todas mis fuerzas. Sentía que no llegaba (de verdad, el terreno es MUY grande). Un edificio apareció frente a mí y decía "Leopoldo Marechal", OMG, parecía que se alejaba a medida que estiraba las piernas. Los pasillos iluminados y con afiches, más mujeres que hombres, ¡y mi aula con el mismo orden de bancos! Ése era mi hogar (?).
Eran las 9:20. Llego a clase aguantándome la respiración para no delatar mi maratón cansadora. Notando que me miraban de nuevo (al menos compañeros conocidos =D) doy un tímido "buenos días" a la profesora -que SÍ estaba- y saludo con desesperada mirada a mis compañeras -que SÍ estaban-, me habían guardado un lugar ♥. Acomodo el paragüas al costado del pizarrón de MI aula y el blazer que ni siquiera ya llevaba puesto lo apoyé sobre MI banco.

Era nuestra primera clase de Metodología. La profesora nos explicaba no cosas de la materia en sí, sino valores estudiantiles que debíamos tener en cuenta... entre ellas la puntualidad.

Yo deseaba: Tierra, trágame.

El que quiere celeste...

Mi tercer día en la facu fue lindo, particular. No estoy diciendo que los dos días anteriores fueron re chotos peeero, digamos que mi estado de ánimo siempre influye en cómo vea las cosas. Bueh, hoy anduve mejorcita, me gustó mucho y anduve con más ganas.

Desde el Martes me estoy econtrándome con mi Señor para ir juntitos () hasta la facu (sí, él también va a la UNLa, nada más que en audivisión, en el edificio más lindo de todos ¬¬).

- A las 8.35 te espero en Banfield, Liza.

Joya.
Había llegado a la estación a las ocho, cosa que se traduciría como que a las 8:10 como mucho estaría en Banfield... demasiado temprano.
Dejé pasar un tren a esa hora (llegué y el tren lo hizo también), total vienen cada diez minutos... y el otro tren lo hizo, a las ocho y cuarto más o menos vino el siguiente, pero por alguna razón noté una particularidad: Era demasiado temprano para mi gusto todavía. Sin embargo el tren se quedó más o menos unos tres minutos parado, con una de las puertas abiertas frente a mí, que estaba sentada en uno de los bancos fríos. La gente me observaba como diciendo "¿qué hacés que no te subís?".
Miré la puerta, miré la hora en mi celu también. "Pero es muy temprano...". Lo dejé pasar. Apenas el tren salió de mi vista y volví a revisar el horario. Eran y veinte... me quedé algo "preocupada".

En medio de la espera se largó un diluvio de la putísima madre (y créanme, las lluvias así en estaciones de zona sur SON JODIDAS). El techo goteaba a chorrones y mi asiento se empapó. Intenté refugiarme en el marco de una de las puertas de los chanchos, no sé qué era, y la gente me miraba con cara de "qué pelotuda que sos": del marco también salían chorrones, no tenía salida a menos que quisiera empaparme.
No tuve opción cuando uno de los chanchos quiso salir y me llené los hombros de chorros de agua bien gruesos. Eran y media y tren estaba llegando, tenía que actuar rápido porque era una odisea subirse si estaba lloviendo así y te querías mojar lo menos posible.

Eran nueve menos veinte, estaba llegando a Banfield y me pareció raro que Señor no me mandara ningún mensaje. Tal vez está viajando también y entonces no me avisa hasta cuando llegue -pensé. En efecto, cuando arrivé a la estación no vi a nadie sentado esperándome... pero al irse el tren fue gracioso encontrarlo en medio del andén vacío, buscándome.

- Te estaba mandando un mensaje, no te ví - le dije, dándome cuenta de que Él había llegado antes que yo.
- No tengo crédito -Ahá, con razón.

Eran menos cinco y apenas estábamos llegando a la entrada de la Universidad con el terreno más grande por recorrer (llegar a tu edificio de clases te tomaba otros diez minutos).

- Este es tu edificio - me guió él.
- Ah, ¿en serio?
- ¡Te tengo que guiar hasta TU edificio! - se me burló.

Me acompañó hasta mi salón de clases y... bueh, y les cuento después lo que me pasó porque me tengo que ir porque si no, hoy llego tarde de nuevo. Lo que sí les digo es que fue lo más gracioso y bochornoso del día, ja. ¿ustedes qué se imaginan? (a los que lo saben, NO LE PINCHEN EL GLOBO A LOS QUE NO porque cobran).

Hasta luego.

martes, 2 de febrero de 2010

AH, se necesita psicólogo.

Se ve que esto del desgano te quita hasta la inspiración. Estoy segurísima de que si me sintiera mejor me escribiría ochocientos párrafos de cómo fue mi día. Porque estar inspirado -al menos para mí- no significa solamente saber qué escribir, sino de qué forma... si querés que sea formal, a las puteadas, graciosa, llamativa... triste. Todo eso depende del tu pequeño poder de inspiración. Y bueh... yo ya no sé qué ni cómo escribir, se me va a acabar el talento (??)

Y por alguna razón hoy mi estupidísima parte cagadora de buenos momentos anda en acción de nuevo. Hoy tuve mi primera clase con inclinaciones al Turismo y a pesar de que en el fondo de mi corazón había una parte de mí que se moría de emoción, felicidad, y todas esas cosas que te hacen sentir infantilmente eufórica... no podía evitar sentirme... no sé si "triste" sería la palabra, sino como dije en otra entrada: distinta negativamente.
Aunque a veces me daba alguna charlita con mis nuevas compañeras de estudio... había momentos en los que me sentía insoportablemente ajena, ermitaña, aparte y desubicada, y era horrible porque eso no me alienta nada a quedarme sentada ahí, al contrario... (les cuento, inconscientemente, al sentirme así lo primero que hago es irme y "no molestar").

Igual lo que menos quiero hacer es reflejar todo mis problemas (muy probablemente causados por mi familia y otros conocidos) en la facu ni con mis compañeros. Es obvio que cada uno tiene sus cosas y no da andar con cara de borrego degollado por la vida, viste...

Cuando empezó el año dije que quiero tener ganas de todo. Ganas de estudiar, ganas de trabajar, ganas de no cansarme nunca, ganas de hacer amigos...
Y esa última es primordial... los amigos son uno de los sostenes más lindos que podés tener en la vida, y si en vez de hacerlos los ahuyento, la que termina perdiendo soy yo, y la expectativa no se cumple.

Bueh, dije que estaba sin inspiración y desganada... ahora corrijo diciendo que muchas veces la tristeza también puede llegar a inspirarte mucho, je.
Quiero que las cosas cambien para bien, realmente quiero que sea así, con todas mis ganas.

¿Cómo hago?

lunes, 1 de febrero de 2010

ESA influencia inevitable

Cuando era chiquita era La Nena Eufórica. Me encantaban las cosas nuevas, cuando tenía que ir a lo de una amiguita pasaba mis noches de desvelo pensando en cómo iba a ser. Siempre fui esa chica de ilusionarme y armarme imágenes pronosticadas al enterarme que iba a hacer algo que nunca había hecho antes o que sabía que me iba a gustar. Incluso hasta el año pasado fue crucial en el cole al recomenzar el año lectivo: Ver de nuevo a todos mis amigos/as juntos, ver a profesores conocidos, pasar por materias nuevas, saber que era más "grande"... no sé, me llenaba de entusiasmo.

Igual hasta ahora sigo siendo así, siempre me imagino las cosas antes de vivirlas. Entre el período de cierre del año pasado, pensé que iba a sentirme de esa manera al empezar el Curso de Ingreso en la facu. En algún
post u otro me hacía imágenes en la cabeza de cómo iba a ser todo esto, y estaba más que segura de que iba a estar más que ansiosa.
Sin embargo esto días no me sentí tan así como pensé. Por el contrario, me sentía desganada, re pachorra, sin demasiadas ganas. Conozco varias personas que, al igual que yo, son aspirantes a ingresar en Turismo como yo, y a varias de ellas las tuve en el mismo aula hoy (incluso me hablé con gente nueva, todo ). A ellas sí las noté ansiosas, re contentas, contando los días; en cambio yo...


Igual creo que siempre la influencia de cómo te sientas sale primoldialmente de casa, ¿no? O sea, siempre vas a conocer gente influyente, que a veces cambia tu estado de ánimo... pero al menos desde mi punto de vista, aunque no quieras en casa siempre va a nacer la base de todo lo que termines siendo, de cómo te termines sintiendo, de cómo veas las cosas...

Así que tengo que decir eso, no sentí nada al empezar la facu como pensé, porque siento que no recibí nada por parte de mi hogar tampoco. Mi casa es una espiral continua de críticas y complots diseñados para tirarte en un pozo de cien metros de hondo. Al recibir críticas, prejuicios y puteadas diarias (muchas veces acompañadas de agresiones no sólo verbales), cada vez me sentí más enterrada, y con la sensación de que ya se me acababan las posibilidades de hacer algo para cambiar las cosas y sentirme mejor, si total, estoy abajo... nadie escucha a los que están metidos en un pozo. Lo comprobé mientras anoche me desvelaba, pero no por imaginarme cómo serían las cosas en la facu sino por las lágrimas.

En fin, no quiero convertir esto en una entrada amarga porque ya tuve bastante con posts muuuy anteriores a éstos últimos. Solo me quedo acá, esperando a que las cosas mejoren e intentando cambiar todo lo que mi pobre carácter me ayude a hacer, ja. A pesar de todo yo siempre trato de albergar en lo más profundo de mí esa esperanza que necesito para poder seguir, y que logro conseguir gracias a las personas que me intentan sacar del pozo :).

Así que bueh, hoy empecé el curso de ingreso con cuatro horas de Historia de la Universidad, damn! x_x

Deséenme suerte *-*.